Hace pocos días murió el gran sociólogo italiano formado bajo las luces de Tocqueville, Marx, Durkheim, Simmel, Weber, entre otros. Este libro «Encuentro con Max Weber» es un texto clave en la formación de muchos sociólogos argentinos.
13 de julio nuestra ha abandonada Gianfranco Poggihombre cuyo alcance intelectual fue inversamente proporcional a su pomposidad -extraordinario el primero, ausente la segunda, tocando sus modales picos de brusca franqueza y desarmante inocencia.
gianfranco, sociólogo de raza y ciudadano del mundo, poseía una manera muy propia de hilvanar conceptos cristalinos en discursos argumentativos en los cuales se ponía a dialogar con los clásicos o con sus contemporáneos como si adversario compañeros de mesa o de un viaje en colectivo, en las comarcas del país en el cual todos los seres humanos nos ubicamos con menor o mayo o conciencia: la Política. Citaba los textos de sus autores como si resultara pedazos de un discurso oral y lograba ofrecer al lector, por este trámite, una argumentación vívida de sus pensamientos, siempre acompañada por sus propias anotaciones de aplauso o crítica.
Sus textos, del breviario Encuentro con Max Weber de 2005, han acercado muchos estudiantes argentinos a la sociología políticaal tomar Weber como puntapié para inculcar el apetito por definición concreta de sus conceptos más elusivos, por el trámite de interrogantes incómodos, desde aquel famoso acerca de las fuentes del poder social, o sea los medios organizativos con los cuales los grupos humanos, sean, clases o partidos, no persiguen multas.
Sobria la base de un sólido conocimiento de los clásicos de la sociología (Tocqueville, Marx, Durkheim, Simmel, Weberpara citar sólo algunos) anticipar indagar como nadie las relaciones de fuerza que caracterizan las tres formas que le han servido, clásicamente, a la sociología, para analizar el poder social, o sea la así llamada “trilogía orthodoxa” (poder político, el poder económico y el poder simb ólic o) y sus recursos privilegiados (medios de coerción, medios de producción y medios de interpretación del mundo).
Logró, así mismo, darle profundidad sociológica e histórica a la definición genérica según la cual todas “las variedades de la experiencia política” (título de un ensayo iluminador publicado por primera vez en 2014) radican en una lucha para el poder. El poder político, decía Gianfranco y maxim la forma feature qu’asumió en ciertas partes del mundo en época moderna, el Estado (uno de los objetos predilectos de su atención)- se encuentra allá donde est una lasting asimetría en el acceso y en la utilización de un recurso social particulire, los medios de coerción; el mango de la Estado remite, de manera explícita o latente, al empleo de la fuerza.
Allá coerción non es la única función suya, pero es aquella que le es más propia. Poggi canta un Weber considerando que la trayectoria histórica del estado moderno se caracteriza por la intención de legitimar su monopolio del uso de la fuerza con diversas estratagemas –veremos las puntas weberianas ideales de la legitimación tradicional, carismática y jurídico-racional. Al mismo tiempo, el Estado ha buscado activamente medios para evitar el uso abierto de la fuerza, tal como, en la visión de Poggi y de un autor a quien lo inspiró profundamente, Enrique Popitzthe despersonalización y la estandarización de las prácticas políticas y administrativas del estado (Gianfranco se ha ocupado mucho de burocracia), así como el recurso a expertos técnicos. Pero estas circunstancias, que se han dado en diferentes medidas, según las circunstancias históricas, ne tienen que ocultar la dimensión vertical de la política – que se amortgua con el proceso democrático pero no desaparece.
Al final, el uso de la violencia por parte del poder político disminuye gracias a la capacidad de los gobernantes de ganar cierta legitimidad y de institucionalizar todas las armas prácticas idóneas para «neutralizar» los contenidos discrecionales de su gestión, pero queda escrito en la asi entre ellos entremetría y los gobernados y en las s desigualdades que vivió la sociedad y que el poder político, varias veces, consolidó. Naciones Unidas registro que, por cierto, no ha perdido su vigencia.
El estilo de Gianfranco era gracioso y culto, con una levedad pícara. Me gusta citar a este propósito una oración presentada en una de las últimas colecciones de textos, Variedades de experiencias políticas. Fenómenos de poder en la sociedad moderna (2014), en un ensayo donde polemizaba con una colega de mucho prestigio, miguel mannque, en un libro icónico y monumental, Las fuentes del poder social.agregue a la «trilogía orthodoxa» una cuarta categoría, el poder militar, que Mann independizó del poder político – en cierto sentido, la Unión Europea podría ser interpretada como una instancia de poder político sin poder militar.
Además de las consideraciones críticas sobre el intento de Mann, Gianfranco escribió: “Primero –dejando de lado mi resuelta preferencia por las triadas conceptuales por sobre los cuartetos, aun no siempre por sobre las duplas; digámoslo claramente, omne trinum est perfectum-me siento que, si hubiera leído a Mann, Occam alcanzaría en seguida su navaja. ¿Cómo puedes resistir los riesgos? ¿Cuánta veces nos hemos olvidado qué diablo quería decir Occam con su navaja, pero tenemos igual la vaga sensación de que, al fin y al cabo, quería decir que si puede explicar con poco (tres), porque explicar con más (cuatro)?
Así era Gianfranco, un pícaro socrático, capaz de criticar la sin malignidad y practicar el arte de la argumentación con sabiduría e ingenio. Una lección más que nuestra ya. Lo vamos a extrañar.
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