marzo 29, 2024

Cárcel por narcotráfico para cinco funcionarios del penal de Navalcarnero | España

Cárcel por narcotráfico para cinco funcionarios del penal de Navalcarnero |  España
Entrada al Centro Penitenciario Madrid IV, ubicado en el término municipal de Navalcarnero.Santos Burgos

Un juez ordenó este viernes el ingreso en prisión temporal sin derecho a fianza de tres de los cinco funcionarios de la prisión de Navalcarnero (Madrid) detenidos por la Guardia Civil el pasado miércoles acusados ​​de colaborar con un complot para introducir drogas y otros objetos en esta prisión prohibida, como como teléfonos móviles. Los otros dos internos detenidos en el marco de la Operación Orión podrán escapar de la cárcel si pagan una fianza de 5.000 euros, según informa el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. El fiscal había pedido la prisión de todos por los delitos de narcotráfico, extorsión, prevaricación y organización delictiva.

La decisión del magistrado se produce después de hacer una declaración más tarde ese mismo día. Durante el interrogatorio, los cinco funcionarios negaron las acusaciones, aunque al menos uno admitió que había introducido ilegalmente un paquete en la prisión para un recluso que conocía porque residía en el mismo lugar. Sin embargo, este trabajador insistió en que solo contenía artículos deportivos, según fuentes legales. Todos fueron trasladados al penal de Estremera, el único de Madrid que tiene un módulo en el que se detiene a miembros de las fuerzas de seguridad para evitar represalias de otros detenidos.

En este caso, también están imputadas otras 12 personas, seis de las cuales están detenidas. Entre estos últimos se encuentra el presunto líder de la conspiración, un recluso de origen dominicano encarcelado por intento de homicidio. Los otros seis detenidos son familiares y amigos de este último que trabajaban fuera de la prisión para realizar pagos, obtener drogas y abrir cuentas bancarias donde los conspiradores recibían el dinero obtenido por la venta de drogas dentro de la prisión.

La investigación se inició en 2019 con la denuncia presentada ante los Institutos Penitenciarios por la madre de un interno para protestar por la facilidad con la que su hijo, un drogadicto, obtenía drogas en la cárcel de Madrid. La mujer informó que, cada vez que se comunicaba con su hijo, éste le pedía que depositara varias sumas de dinero en la cuenta bancaria de una tercera persona para evitar ser agredida por internos con los que había contraído una deuda por facilitación de drogas. Las instituciones penitenciarias abrieron una investigación interna que incluyó el interrogatorio tanto del detenido como de otros detenidos. Algunos de ellos lo hicieron como testigos protegidos. Además de permitir la identificación de presos presuntamente traficantes de drogas, el testimonio de los detenidos destacó la presunta participación de funcionarios.

Fuentes de la investigación aseguran que, en un primer momento, las indagatorias tuvieron como objetivo que la droga había ingresado a prisión durante visitas con contacto físico – el vis-à-vis– a los presos realizados por familiares y amigos, o mediante presos que regresan de una licencia. En este caso, la supuesta connivencia de los trabajadores parecía limitarse a hacer la vista gorda ante la entrada de drogas. Sin embargo, en marzo de 2020, cuando el Ministerio del Interior ordenó, durante el primer estado de alarma, el aislamiento de las cárceles para minimizar el riesgo de expansión del coronavirus en el interior, se detuvieron tanto estas visitas como las salidas de los detenidos. La medida provocó una caída drástica del tráfico de drogas dentro de las cárceles y un aumento significativo en el precio de las dosis. Esta falta de estupefacientes fue menor en algunos centros, como Navalcarnero, lo que generó la sospecha de que los estupefacientes seguían ingresando a este penal por otras vías.

La investigación de la Guardia Civil ahora indica que los funcionarios detenidos aprovecharon el hecho de que no estaban registrados cuando fueron a trabajar para contrabandear drogas y otros artículos prohibidos, incluidos teléfonos celulares, en la prisión. Las investigaciones aún no han determinado si los cinco detenidos han actuado de forma conjunta o, por el contrario, lo han hecho sin conocer las actividades de los demás.

Las intervenciones telefónicas y los seguimientos revelaron que los conspiradores que andaban sueltos, familiares de algunos de los presos y algunos ex internos, eran los encargados de enviar los artículos que debían presentar a los agentes y pagarles por su cooperación. Entre los detenidos también hay lo que se llama en la jerga policial mulas, personas de escasos recursos que, por una pequeña cantidad de dinero, estaban dispuestas a abrir cuentas que recibían pagos de familiares de internos por drogas, ya sea mediante transferencia bancaria o mediante una plataforma de pago privada. Una de las cuentas registró movimientos por un valor cercano a los 100.000 euros, precisan las mismas fuentes.