Correa iguala el triunfo del Atlético ante el Celta | Deportes

Correa iguala el triunfo del Atlético ante el Celta |  Deportes

Mientras los dos grandes están en construcción, ocupados arreglando las fichas que les deja el mercado, el Atlético se comporta como un cyborg. El combo de Simeone no es solo un equipo maduro. Se ha convertido en un equipo flexible, entrenado no solo para intercambiar peones, afligido como está por jugadores capaces de evolucionar en diversos roles, sino también de sistemas, entrenados para mezclar juegos, gestionar cortos o buscar espacios, ir a presión o salir de ella. El campeón del campeonato se enfrenta a un desafío, repetir el título, una hazaña que no había logrado desde 1951. Esta es la dimensión de un equipo clásico.

La ilusión se puede disparar entre la gente del colchón porque el equipo ofrece alas para lanzarse al vuelo. En el estreno del campeonato, con ausencias y varios jugadores aún en el trabajo, el Atlético restó importancia al Celta en Balaídos (1-2). Le canceló a un rival que si tiene algo, son variantes ofensivas. Y cuando el destino, en forma de penalti cuestionable, lo puso contra las cuerdas, salió con gracia para mostrar su superioridad y luego salvar el marcador en un final abrupto.

Todo sucedió en una agradable tarde de fútbol, ​​quizás con más ajedrez del aconsejable en equipos que saben apretar, recuperar la pelota y manejarla. A veces faltaba el descanso, cuando lo había, el resplandor se aparecía a Balaídos. Lució Ángel Correa, un futbolista que tantas veces ha recibido rayas en el instituto y que sigue siendo el protagonista. Dos de sus goles dieron la victoria al Atlético en transiciones rápidas y a la vez corales.

La fiesta se basó en el error. En lo que sucedió cuando una pérdida ofreció la posibilidad de una respuesta. Llegó el primer gol, medido en la primera parte, en el primer disparo entre los palos. Correa lo adaptó a la escuadra luego de que Hermoso recuperara la médula, pegada a la cal, conectada con Lemar y un piloto francés lograra arreglar las centrales y abrir espacio y tiempo para el zapato del delantero argentino.

El Celta tardó en moverse. De hecho, no lo hizo hasta los minutos finales del partido, cuando el mediados de agosto El gallego empezó a decaer. Al conjunto local le faltaba fluidez, luchando por encajar en ataque, siempre incómodo con sus jugadores más talentosos. Se quedó en el juego, sí. Y esa consistencia le dio opciones para salvar al menos un punto. Lo tiene en la mano con un empate que duró apenas cinco minutos, entre un penalti marcado por Aspas y el segundo gol de Correa. Celta igualó en un partido a debate. La aplicación del vídeo árbitro ha abierto varios puntos en el debate futbolístico. Uno de ellos parece no tener fin. Ahora pueden salir cien comités para explicar la teoría, que la práctica pone todo en duda. Que se lo digan a Llorente, que no entiende cómo una pelota que le pega en el pecho y luego va al brazo puede acabar en el punto. Nadie apreció siquiera que esos toques llegaran después de que Iago Aspas levantara el pie y mostrara los tacos en una acción que podría marcarse como jugada peligrosa.

La genialidad de Moaña no perdona desde los once metros y el Atlético se encuentra, tras una hora de dominio, como al inicio de la tarde. Nada que Correa no pudo resolver después de que Saúl lo encontrara en otro contra el manual. Pero no se hizo nada. El Celta, fresco tras los cambios y atrevido a arriesgarse, siguió adelante. Aspas tenía corbata, pero no arregló el cordón con su pierna menos hábil. El Celta murió en el área rival, en una final enredada con una tangana monumental que acabó con Hugo Mallo y Hermoso en el banquillo. Y para sellar la victoria, el Atlético tenía que poner un valor a todo lo que había demostrado, el del sufrimiento.

Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en FacebookGorjeo, o regístrese aquí para recibir nuestro boletín semanal.

Por: Agustín Oquendo

Relacionados