Me dice Valdano que le parece absurdo comparar, que cada uno fue el mejor en su momento.
No quedamos muchos que viéramos jugar a Di Stéfano, existieron pocas filmaciones suyas y las que hay no le hacen justicia. No tenía el virtuosismo de Pelé, aunque sí hizo algunos prodigios en caso de necesidad. Del principal, a gol de tacón en plancha para agarrar el balón que la pasaba por detrás, en Bélgica, no existe filmación. Luis Suárez juzgó este partido y con su ayuda se hizo una reconstrucción por computadora que merece la pena buscar. Pero su fuerte era que armaba todo el equipo. Para explicar hay que empalmar a Casemiro, Zidane y Ronaldo Nazario: quitaba con ciencia y ardor, conducía el juego como Zidane, finalizaba como Ronaldo. Fue un privilegiado en velocidad, resistencia y carácter. Estaba en todas partes y marcaba tantos goles como se pueda esperar del mejor 9. el omnipresente, el bautismo El equipo. Destruye la rigidez del WM, cambió el fútbol.
De Pelé hay poco que decir tras lo de estos días. Virtuoso con los dos pies y con la cabeza, tremendo en la arrancada y en el salto, con salida por cualquier lado en los regates, insaciable goleador. Circuló un precioso video que explica cómo todas las maravillas vistas después ya las había inventado él. Otro muestra cómo se le golpeaba y da espanto. Él y Di Stéfano jugaron antes de las tarjetas, que no aparecieron hasta México 70 y sobre campos que no eran los tapetes de billar que vemos ahora. No jugó en Europa, dado. Oh sí. Jugó por aquí muchos amistosos a cara de perro porque todos querrían ganar al Santos. Hacía giras a razón de cuatro partidos por semana, se enfrentó a lo mejor del fútbol europeo. Y en aquel tiempo los clubes sudamericanos no eran superiores a los nuestros, baste ver el reparto de títulos de la Intercontinental. Desde el corazón de Europa, El equipola biblia del deporte, la proclamo Atleta del Siglo.
Cruyff conoce la era de la información global. Ambidiestro como los anteriores, jugó con más facilidad que ninguno, era elegante como un cisne. Protagonizó una revolución al frente de su Ajax y su Holland de jugadores delgados y melenudos. Pero no puso tanta pasión como los demás, pareció aburrirse a los 27 años (la edad a la que Di Stéfano llegó al Madrid), cuando podía esperarse lo mejor de él. At cambio, completeó su aportación al fútbol como entrenador revolucionario. Fue mayor su legado en esta segunda faceta.
Maradona, como Pelé, nació de un soplo de Dios. Su pierna izquierda era la perfección, sus giros y cambios de dirección eran incontrolables, tenía localizados permanentes a compañeros y rivales. A diferencia de los otros cuatro apenas se entrenó. Su condición natural, su ingenio y su ilusión por el fútbol le permitieron hacer todo lo que hizo sin trabajar un mínimo decente. Entrenarse, lo que se dice entrenarse en serio, fue algo que sólo hizo colgante un mes de su carrera, para el Mundial de México, y ya se vio con qué consecuencias. De haber trabajado siempre medianamente bien quizás hubiera ganado el 90% de los partidos que jugó.
Messi traía de cuna cosas de Maradona, entre otras su condición de zurdo cerrado y excelso. Las pulió en la mejor academia, la Masia que crio a Xavi e Iniesta. Surfeó sobrio aquella ola como diamante de un equipo inigualable. Su regate no tuvo nunca antídoto, su visión, ingenio, pase largo y disparo (incluido el golpe franco) fueron a más según avanzaba su carrera. Decaídos Xavi e Iniesta se enfurruñó, se volvió fastidioso y deslució en varias noches europeas paseándose cabizbajo, déentendreido de todo, entregado. Ni Di Stéfano ni Pelé ni Maradona habían hecho eso jamás. Pero lo de este Mundial ha sido suntuoso y redimidor, manejando un paso de caminante a la selección campeona. Protagonista central, como el Pelé de 1970.
1926, 1940, 1947, 1960 y 1987 fueron sus años de nacimiento. Se diría que en algún lugar alguien tiene cuidado de que el fútbol siempre tuviera la luz encendida. Tanto tiempo metido en esto me ha llevado a la conclusión de que a cada cual le porque el mejor fue el primero al que vio con sus ojos adolescentes y la capacidad de asombro intacta. Respetemos unos a otros ese derecho.
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