El golpe contra Gorbachov en el verano de 1991 lo provocó todo. Durante tres días, del 18 al 21 de agosto, el núcleo duro del gobierno de Mikhail Gorbachev puso todo patas arriba. Según ocho de sus ministros, el presidente estaba perdiendo el timón del país, abriéndose a Occidente con las reformas Perestroika y Glásnost, por lo que tenían que tomar el control. Enviaron tanques a Moscú, intentaron apoderarse del parlamento ruso, la Casa Blanca, y mintieron a la población diciendo que Gorbachov estaba enfermo. Pero el primer ministro del momento, Borís Yeltsin, no lo permitió. Animó a los rusos desde las calles, y gracias a su resistencia, los conspiradores abandonaron la ciudad. Sin embargo, este intento no pudo evitar la disolución del Partido Comunista de la Unión Soviética y, unos meses después, el 26 de diciembre del mismo año, la extinción definitiva de la URSS.
El 30 aniversario del golpe que decidió el futuro de la URSS | Video
