

El teléfono suena. «Ayuso está huyendo», informa emocionado el colega. Quien recibe la llamada está cruzando Bretaña en dirección a Brest, donde el sol huye de Francia, donde comienza el Tour el sábado, Bretaña es mitad porcina y mitad marítima. Mezcla de olores, sal, aguas residuales y carteles en los parques advierten del peligro de la epidemia de peste porcina africana y piden a la población que arroje la basura orgánica en bolsas bien cerradas.
El camino a Brest pasa por Yffiniac, donde suena el teléfono con la noticia de Ayuso, el novato del WorldTour de 18 años que se niega a no sobresalir en cualquier carrera (capturado cerca de la línea de meta, 17 en Génova en un Giro dell’Appennino ganado por Ben Hermans), y es imposible no pensar que precisamente ahí, en ese país cercano a la costa Armórica, nació Bernard Hinault, un animal más terrestre que marítimo, el Tejón, uno de los grandes clásicos del Tour. Cinco victorias como Miguel Indurain, y su nombre salta enseguida porque cuando termina la conversación el viajero ya está en la costa, en Saint Brieuc, donde llueve, como siempre, pero no tanto como el sábado de julio de 1995, cuando su puerto a la izquierda, pescando el iluso prólogo del quinto Tour del Navarro. Y es inevitable atar todo junto, y pensar que Bretaña, cerdos, ostras, también va en bicicleta, y que un hilo de hilo que nunca corta, une todo en una fuerte reparación, no en un hilvanado de nada.
El Tour recuerda a Induráin, que ganó el primero de sus cinco hace 30 años, y a Luis Ocaña, un personaje desafortunado en la tragedia de hace 50 años, cuando una caída de los duros y frágiles de Priego, permitió a Merckx acabar con la rebelión y restablecer el orden. , y olvídate de la pandemia como la olvida Francia, donde recorres las calles sin máscara, y ni en los aeropuertos ni en los pasos fronterizos de los nuevos desiertos se exigen pruebas de PCR negativas o vacunas contra el covid. Para mantener los formularios y la prensa alejados de sus preciosos ciclistas, la carrera, sin embargo, requiere pruebas de los acreditados y también del público que accede a las zonas reservadas de salidas y llegadas, totalmente cerradas el año pasado. También se permitirá la acumulación de aficionados en las acequias, aunque las restricciones se mantienen en 15 puertos de montaña, más por motivos de seguridad vial en vías muy estrechas, que por miedo al virus. Sin embargo, los hoteles de los equipos seguirán siendo inaccesibles y las conferencias de prensa presenciales seguirán prohibidas. Se impone la técnica de enviar frases encapsuladas de corredores a los reporteros solicitando declaraciones diarias.
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En Brest también se habla del Tour que comienza, con cuatro ex ganadores entre los 184 participantes, Chris Froome, Vincenzo Nibali, Geraint Thomas y Pogacar (solo falta Egan Bernal, que descansa y se prepara para la Vuelta) -; que el fenomenal Mathieu van der Poel llega tarde a su debut, ya que no podrá conocer a su abuelo Raymond Poulidor, fallecido hace dos años y desde hace más de 50 años presencia habitual en todos los Tours, primero como piloto y luego como anunciante de la camiseta amarilla; que el esperado duelo esloveno, aún, primero contra segundo de 2020, Tadej Pogacar contra Primoz Roglic, y los cuchillos que vuelan en algunos equipos, como el Ineos de Thomas, el ganador galés de 2018, que se proclama el único líder del equipo ante la mirada atónita de Richard Carapaz, el ganador del Giro dei 19, que ya ha tenido que lidiar con una presencia masiva de gregarios anglosajones de gran renombre -como Tao Geoghegan, ganador del Giro dei 20, o Richie Porte- en detrimento de Los latinos de confianza de Ecuador, como Andrey Amador. Y Carapaz, en un susurro, dice «ya veremos». Poco se habla de los españoles. Del inagotable Alejandro Valverde, capaz, se dice, de hacer algo, en las dos primeras etapas, que terminaron en una fuerte pendiente, y de Enric Mas, que afronta su tercer Tour y ya no puede decir que todavía está aprendiendo. Los fans preguntan.
También se habla mucho de otro historiador, Alexander Vinokúrov, que fue privado de la acreditación del Tour cuando ya había hecho las maletas. El kazajo que convenció a su presidente de patrocinar al equipo de Manolo Saiz cuando la Operación Puerto destruyó a Liberty, su patrocinador, ha estado dirigiendo Astana durante años. La llegada de un copatrocinador canadiense, Premier Tech, a quien no le gustan las viejas costumbres de Vinokúrov, significó su destitución y reemplazo de dos líderes aún mayores, el italiano Giuseppe Martinelli, que sobrevive a todos los terremotos, y el canadiense Steve Bauer. Tres de los corredores más importantes de Astana son los vascos, el novato Alex Aranburu y los campeones de España Ion Izagirre (contrarreloj) y Omar Fraile.
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