Si el Hesketh 308 pudiera hablar, cuesta saber qué contaría primero. If the irreproducible episodios vividos junto al piloto británico James Hunt, dentro de la pista y fuera de ella, o el viaje surrealista que la ha llevado terminó en una nave industrial de Manresa (Barcelona), medio siglo después de converte en el referente de la Fórmula 1 más descarada y desacomplejada. Este kilómetro recorrido por este coche merecería un relato el que Ron Howard hizo en Rush, la película con la que el director norteamericano buscó dar a conocer al mundo la singular rivalidad que mantuvieron Hunt y Niki Lauda durante la segunda mitad de la década de los setenta . Precisamente, el lanzamiento del filme (2013) en el que Chris Hemsworth encarnó al guaperas de Belmont (Reino Unido), ostenta un peso importante en esta historia que se desarrolla, al menos por ahora, en la capital de la comarca del Bages. Concretamente, en las instalaciones qu’en su día (1924) Sirvieron para el desembarco de Pirelli en España. Allí es donde, desde el pasado martes, contemplate y mima el Hesketh, Miquel Liso, un fotógrafo habitual de la F1 que plantea un museo relevante con piezas de gran valorcomo monos de Ayrton Senna, Michael Schumacher, Fernando Alonso o Lewis Hamilton, y que hoy se ha superado con la adquisición de una reliquia única, tanto por lo que fue como por lo que sufrió.
El chasis en concreto es el numero 3 de los cuatro que fabricar de este modelo 308, y tiene más vida que Herbie, aquel pequeño Volkswagen Escarabajo con el dorsal número 53 que popularizó Walt Disney. Debutó en los entrenamientos del Gran Premio de Gran Bretaña en 1974 y disputó 20 rondas, cerrando su etapa en el certamen en Fuji (Japón), en 1976. resultado (Argentina 1975), así como Torsten Palm, Brett Lunger y Herald Ertl. Este último fue coprotagonista de uno de los episodios más espeluznantes que se recuerdan: el austríaco no dudó ni un segundo en saltar de nuevo Hesketh parecía apoyar a su compatriota Lauda, atrapado en un infierno de llamas en el que convirtió a Ferrari tras estrellarse contra las barreras durante el juicio en Nürburgring (Alemania) de 1976que el dejó la cara y el cuerpo marcados de por vida.
Cubierto su ciclo deportivo, al coche se le perdió la pista hasta que, casi por casualidad, cayó en manos de Ramon Sala. A este fascinado que durante unos 30 años regentó una conocida tienda de automodelismo en Barcelona, le lamó la atención un anuncio en eBay en el que un usuario vendía un antiguo F1 sin saber muy bien lo que tenía. Aquello actuó en 2001. «Estaba medio abandonado en un karting d’Alemania, donde los chavales se subían a él, y repintado de color verde loro», cuenta Sala a EL PAÍS. La puja ganadora que llevó el Hesketh hasta España asciende a 9.000 euros, un chollo por más que el estado del prototipo, sin motor, pidiera a gritos una restauración. Después de más de una década con la monoplaza vigilada, el estreno de Correr fue el impulso adecuado para llevar a cabo ese lavado de cara que permitió certificar el pedigrí del aparato. «Al decapar la carrocería comenzó a salir restos de decoraciones anteriores, que coincidió con las que había lucido a lo largo de los años en los que compitió», recuerda Sala, que poco a poco fue compilando más y más documentación. Todo apuntaba a que, efectivamente, este tendero había dado con el chasis número 3, pero aquella intuición no era nada sin una autoridad competente que le diera autenticidad. Tras la muerte de Hunt, en 1993, nadie mejor que su hijo para acreditar el coche con el que su padre se dio a conocer.

“Freddie, que, además, vivía en Mallorca, vino a la tienda en la que lo había expuesto. Hicieron las comprobaciones relevantes para confirmar que era auténtico”, explica el coleccionista, antes de rememorar un momento un punto incómodo: “Al final del encuentro, cuando ya se iba, Freddie me dijo que le pusiera un precio, que quería comprarme el coche” Sala salió del atolladero por donde pudo. “Tampoco creo que lo hubiera comprado, porque su intención era correr con él en las carreras de histories . le correspondía», argumentó Sala, que en los últimos días ha hecho y deshecho varias veces el camino que separa Barcelona de Manresa, para supervisar el traslado de su joya, ya en manos de su nuevo dueño.

“Con Ramón nos conocemos desde hace mucho tiempo. ¿Por qué creo que sí accedió a vendermelo a mí? Pues creo que, en parte, porque el coche se quedará en Manresa y podrá venir a verlo siempre que quiera”, responde Liso, que pagó 125.000 euros que pidió su colega, a lo largo de los últimos siete años. La semana pasada organizó el traslado del Hesketh y, como sempre hace con el arsenal que acumula, lo inmortalizó todo con su cámara. «El coche lo colocamos el martes en la nave, en la que solo estará él y toda la información de su historia. El siguiente paso que quiere dar es, precisamente, donde Freddie Hunt puso el freno: «Quiero encontrar la forma de colocarle el motor. Quiero dar una vuelta con él y que Ramón pueda dar otra”.
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