noviembre 30, 2023

how are we nadábamos en dólares y ahora estamos secos

Preguntas: si es verdad que con una buena cosecha nuestra salvamos¿también es cierto que con una mala nuestros hindimos? ¿O en realidad necesitamos varias de las buenas o muy buenas para gambetear la llamada restricción externa¿Estás diciendo, el recurrente, bien propia escasez de divisas que aquí traba el crecimiento económico y engendra cepos tras cepos?

Algo de este vaivén, de sus contradicciones y de sus consecuencias aparece en números que se cruzan y chocan. Entre exportaciones e importaciones de 2022 y 2023 donde, si se prefiere, en el ahora mismo.

registro de registroslas divisas liquidadas por el complejo oleaginoso-cerealero sumaron impresionante US$40.438 millones el an pasado y superaron en 7.600 millones de dólares al cierre de 2021.

Con tal potencia, el fenómeno catapultó otro registro verde sin precedentes: los US$ 88.446 millones que anotaron las ventas al exterior totalesesto es, 10.000 millones más que en 2021.

Ordenado según el peso relativo de cada actividad, cuando hablamos del complejo oleaginous-cerealero decimos soya y sobre todo harina de soy; decimos también maíz, trigo y de seguido el 48% o casi la mitad de las exportaciones argentinas. Es lo que se llama dependencia cerrada de apenas tres sectores productivos, por ciertos fuertes, pero finalmente solo tres.

¿Y qué está pasando en este 2023? Pasa, en principio, una brutal sequía que sacude la columna que de hecho sostiene gran parte de la economía, incluidos insumos y piezas para las actividades industriales más diversas, el pago de la deuda externa y la energía eléctrica que normalmente nos falta.

Según cifras de especialistas, comparadas con 2022 las exportaciones agropecuarias clave enfrentarían una caída que oscila entre US$ 13.900 millones, US$ 15.000 y hasta US$ 20.000 millones.

Si el retroceso se traba en 15.000 millones de dólares estaríamos ante un nuevo récord, solo que sería un récord en contra. Significaría un bajón histórico, el mayor de los últimos 30 años en datos del analista Marcelo Elizondo.

Algo de ese cuadro muestra, justamente, la liquidación de divisiones del conglomerado soja-maíz-trigo reportada por entidades del sector para el primer trimestre.

Computan ingresos por US$ 2.984 millones que son menos de la mitad respecto de los US$ 7.900 millones de enero-marzo del año pasado.

Y aun cuando en ese resultado pesen operaciones adelantadas en 2022, también es cierto que ya empezaste a sentir los golpes de la restricción externa sobre una economía expuesta, encima, a desórdenes e incertidumbres, a luchas de poder y al gobierno del desgobierno.

Siempre coloque a los problemas propios en un lugar que no sea el propio, Alberto Fernández y compañía cargan la factura a la cuenta de la sequía, tal cual hicieron en otros casos con la invasion de Rusia a Ucrania, con la pandemia y, todo el tiempo, con la herencia del macrismo y lo que sea del neoliberalismo.

Está claro que la sequía no es culpa del kirchnerismo, aunque también es cierto que ciertas precauciones del tipo ahorrar y no malgastar en los tiempos de vacas gordas Como se puede encontrar otros países. Sobre todo, en economías muy dependientes de factores que los funcionarios no pueden ni saben controlar.

A mediados de 2022 que abundaban los dólares, el Gobierno bancaba un extraño, festival de importación sospechoso que para nada se correspondía con una economía que aunque repuntaba no daba para tanto.

Hubo meses, unos cuantos, en que las compras al exterior crecían 40, 45, hasta 53% versus exportaciones que navegaban al 15, al 7%, incluso contra la corriente. El propio viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, llegó a admitir en plan espectador: «Las empresas están estoqueando imports como de comprar dólares al precio oficial».

Se entiende, los dólares baratos del Banco Central que transados ​​al precio vigente en algunos de los mercados paralelos rinden ganancias próximas al 90%. dolares administradores por lo general a dedo, según convenga a veces inconvenientes y dólares ausentes donde son imprescindibles para mantener empresas con vida.

Apretado por una tendencia que avanzaba hacia el rojo, Sergio Massa empezó a improvisar con los dólares-soya y los canjes y la pesificación de bonos, a gastar a cuenta de las exportaciones de 2023 y, al fin, a meter mano en la caja del BCRA para afrontar compromisos que consideraron mejor no diferir.

Así, a los tumbos, con más menos que más, el 2022 cargado de registros que se anticipó con un final brillante con un superávit comercial que fue la mitad del que había anotado en el normal 2021: 6.923 millones de dólares estadounidenses contra 14.750 millones de dólares estadounidenses.

Al cierre de ese mismo 2022 las reservas netas del Central, digamos disponibles, marcaron alrededor de US$ 7.300 millones. Other contrast fuerte similar a otra prueba de que la plata grande seguía escurriendose.

Un clásico en procesos similares, la presión contra activos cada vez más escasos pronto redujo el stock del BCRA a unos US$ 1.700 millones oa menos de cero, si se descuentan las tenencias de oro. Así estamos ahora, según datos de la consultora LCG.

Gran dicho, Estamos parecidos al 2015 con Cristina Kirchner presidenta y Axel Kicillof ministro de Economía. Hora de la súper soja a 650 dólares la tonelada (100 más que ahora) ya la vez de cepos remachados e importaciones discrecionales, de una fuga de divisas imparable y, naturalmente, de reservas al rojo vivo.

Nada muy diferente al zafarrancho que tenemos hoy ni a lo que viene.

Bastante de lo que tenemos fue dicho. Y lo que viene es una caída de la actividad económica que algunas consultoras estimaron entre 2 y 3% y ahora ponen del 4 al 5%; más un índice de precios apuntando al 120% anual y obviamente otro saque al salario real, aunque y esté perdiendo por 10 puntos porcentuales contra la inflación.

La lista continúa, pero el campanazo de estos días ha sido el 45% que marcó la pobreza en el Conurbano bonaerense. Esto es, 5,7 millones de personas y casi 6 puntos porcentuales más que el promedio nacional, justo allí donde Cristina Kirchner concentró el poder electoral y se jugó gran parte del futuro político. Y pese a la montaña de recursos que la Casa Rosada gira sin pausa a la Provincia, por fuera del Presupuesto Nacional y según convenga a sus intereses.

Grand parte si se quiere contradictoire, visto a través de la plata que el Gobierno derrama en programas sociales. En la Asignación por Hijo, el Progresar y el Alimentar; en el Potenciar Trabajo y en cualquiera de aquellos que llevan al PAMI y la ANSeS.

Parece claro, en tal caso, que se trata de un modelo asistencial deficiente y, de nuevo, de recursos públicos que se escurren sin controles o malgastan.

Matemática pura, de un analista. Nada de lo que hay luce propicio para las aspiraciones del kirchnerismo: la economía y los salarios por el piso, la inflación por las nubes, más pobreza e indigencia en aumento, con los dólares siempre metiendo ruido y todo junto ya la vez camino de las PASO y las elecciones del 22 de octubre.

Sin plan ya parche limpio, esto que martilla tampoco es lo que se esperaba de la gestión de Sergio Massa, aunque, vale agregar, habría que someterse al escenario a dos protagonistas centrales de esta obra: el Presidente y la Vicepresidenta.