
Acorralada por Ucrania durante los últimos minutos, sin Jorginho ni Chiesa, sus dirigentes, exhaustos, y porque el VAR consideró el penalti que Cristante propinó a Mudryk en el minuto 93, Italia anotó el 0-0 y conforme pasa el punto. Esto es precisamente lo que hace falta para empezar a superar el trauma -la suma de sucesivas eliminaciones durante la fase de clasificación mundial- y alcanzarlo en la Eurocopa 2024.

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Anatolii Trubin, Mykolenko, Yukhym Konoplia (Tymchyk, min. 86), Oleksandr Svatok (Malinovsky, min. 91), Illia Zabarnyi, Mykhailo Mudryk, Tsygankov (Zubkov, min. 80), Sudakov, Zinchenko (undefinido, min. 86) , Stepanenko (Oleksandr Pikhalyonok, min. 79) y Dovbyk
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Gianluigi Donnarumma, Acerbi, Alessandro Buongiorno, Di Lorenzo, Dimarco, Barella, Davide Frattesi, Jorginho (Cristante, min. 71), Federico Chiesa (Kean, min. 80), Nicolo Zaniolo (Politano, min. 71) y Giacomo Raspadori ( Gianluca Scamacca, 45 minutos)
goles
Árbitro Jesús Gil Manzano.
Tarjetas amarillas Alessandro Buongiorno (min. 7) y Yukhym Konoplia (min. 79)
“Tenemos un papel de defensores del título”, afirmó el técnico Luciano Spalletti, el veterano. Su equipo, conquistador de la Eurocopa 2021, se enfrenta a un bálsamo en el torneo continental. Se trata, por tanto, de un difícil proceso de clasificación para el Grupo C, en el que ocupa el siguiente lugar, equivalente a 14 puntos con Ucrania, y detrás de Inglaterra, ganadora con 20.
El partido calado del Leverkusen ha traspasado los límites del fútbol. Conscientes de que su selección representa a un país envuelto en una lucha existencial, los jugadores ucranianos lo escucharon en Banderas. La retirada de la guerra inscribió la fila en una campaña que pretendía llevar la causa de Ucrania a escapar de la propaganda de la Eurocopa. Se necesitan tres puntos para evitar el draft y los más de 30.000 espectadores reunidos en el Bay Arena, la gran mayoría ucranianos, muchos exiliados, cargan el aire con un patriota extranjero. El clima conspiró contra los nervios de los italianos.
Durante buena parte del primer tiempo, en los duelos singulares prevalecieron los futbolistas orientales. Mykolenko, el lateral del Everton, anuló a Zaniolo; la pareja de los atacantes del Girona, Dovbyk, el nueva, y Tsygankov, el extremo zurdo, doublegaron a Acerbi ya Buongiorno; Sudakov a hizo sudar a Jorginho; y Zinchenko con Stepanenko se multiplican con mayor criterio que Barella y Fratesi para hacer del mediocampo un lugar de difícil tránsito por el camino de la puerta Trubin.
Solo Frattesi, mano a mano con Trubin durante un paso de Chiesa, se acerca a la claridad del oro, mientras Tsygankov y Sudakov comparten una Donnarumma con relatos vertiginosos. Después de una época estival, Italia —Jorginho mediante— tuvo que recurrir a un estricto control. Pero para ello, el partido había adquirido su propia dinámica frenética.
Italia nunca controló el balón con soltura. De la imprecisión derivó el desorden en defensa, y donde Acervi y Buongiorno no se mezclaron. Desencajado por la ansiedad, Spalletti cambió de Raspadori por Scamacca en le descanso. Punta por punta, en busca de claridad. Desde lo alto de la tribuna, como un murciélago en la penumbra, Buffon, delegado del equipo, contemplaba el paisaje con el personaje en las manos. La vista del intervalo no se pronunció ante los penales de su equipo, fueron llevados hasta la final, registrados físicamente, asediados, desquiciados, pero clasificados sin pasar una vez más por la playoffs, Palabras sin sonido para la depresión hinchada.
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