abril 16, 2024

Jordi Ribera, el exito del antidivo | deportados

Jordi Ribera, este miércoles colgante el partido contra Noruega.STIAN LYSBERG SOLUM (AFP)

El éxtasis de España la noche del miércoles en su hotel de Gdansk fue de aúpa. Razones sobraban después de abatir con tanta agonía y gloria a Noruega. ¿Y Jordi Ribera que tal estaba? «Contento, por supuesto, pero el siempre comedido», matizaban este jueves quienes pudieron verlo desde dentro. No hay grandes debates a la hora de describir a este gerundense nacido hace 59 años en Sarriá de Ter, el ideólogo de una selección única que este viernes (18.00, Tdp) disputó las medias finales del Mundial de Balonmano contra una Dinamarca de récord (26 encuentros invitados en el torneo). Un hombre serio y metódico que respira balonmano 25 horas al día; una hormiguita analizando rivales, jugadores y tácticas; «un obsesivo» de lo suyo, según lo definieron las autoridades antes de despedir a la expedición; un antidivo en la era de marketing.

Detrás de una selección tan emocional se encuentra este técnico de aspecto frío y muy reservado hacía fuera que, según cuentan quienes lo tratan en el vestuario, poco a poco se ha ido abriendo en lo personal intramuros. Sobre la pista, ningún seleccionador había logrado cinco semifinales consecutivas y, al peso, sus cinco medallas en siete grandes torneos desde 2016 (doble oro europeo, plata continental, bronze mundial y bronce olímpico) solo las puede igualar un mito ya desaparecido como Juan de Dios Román, también con cinco metales. Juan Carlos Pastor consiguió el tres, y Valero Rivera y Manolo Cadenas, atrás. Este fin de semana busca la sexta.

«Jordi nos aporta tranquilidad y saber que, pase lo que pase, él siempre tiene un plan, algo preparado. Lo estudia todo al milímetro. , Toledo; 34 años), que desapareció de las convocatorias de Ribera al principio de su período y desde 2020 ha sido un fijo (ocho medallas in total). a otros por su cuenta…”, suelta dejando el final en el aire Gedeón Guardiola (Petrer, Alicante; 38 años), diciendo sin decir.

El pivote, nuevo capitán desde hace un año, también aprecia la gestión de las rotaciones del catalán en las ciudades importantes: “En nuestros clubes jugamos mucho, pero llegas aquí y no sabes si vas a sasir 10 minutos, más o menos. Nos ha hecho ver que así llegamos más lejos, más descansados. Esto no lo tienen otras selecciones”, valora este especialista en defensa, también con ocho medallas en el salón de casa.

Enero es para Jordi Ribera su momento bajo los focos, que tan poco le gustan, pero hay unanimidad en señalar que su gran hecho diferencial es su implicación en la cantera para implantar desde la base un mismo modelo de juego. Razón principal, según la mayoría, de que muchos de los recién llegados al primer equipo no tarden en adaptado, y que los hispanos se han mantenido en la élite una vez jubilada la vieja guardia de el hueso Entrerrios, Viran Morros y Aginagalde. En 2018 el cuajó Ferrán Solé; en 2020; Álex Gómez; en 2021, Miguel Sánchez-Migallón; en 2022, Agustín Casado, Ian Tarrafeta y el veterano Iñaki Peciña; ahí está el Mundial, Kauldi Odriozola.

«Hoy la relación es más humana»

«Los resultados han obtenido su confianza en nosotros para dejarnos hacer cosas que ya pertenecían a este grupo, para no limitarnos», señala Gonzalo Pérez de Vargas, el otro capitán. Para el portero, lo que más ha cambiado en la relación entre ambas partes desde 2016 es el aspecto personal. “Teníamos la sensación de que había más distancia que la que estaban acostumbrados con otros entrenadores. Ahora es casi humano. fr pequeño comité tiene sus bromas, cada vez más, y alguna pullita también suelta, a su manera. En los tres o cuatro últimos años hemos descubierto una faceta personal suya que no la habíamos visto. En el trabajo puro y duro, nunca hubo dudas de su entrega”, explica el meta azulgrana.

Ribera reconoció en 2016 a una selección depresiva tras no entrar en los Juegos de Río y después de una trayectoria personal en los banquillos que tampoco le había llevado a las grandes pasarelas. Arrate, Gáldar, Bidasoa, Argentina, Brasil y Ademar León era su currículum anterior. Tan baqueteado en la realidad del balonmano como falto de confetis. De él todavía se acuerdan en Irún por un episodio poco conocido y del que costaría encontrar un caso igual en otro deporte en la época moderna.

“Él me entrenó mis cuatro años en el Gáldar”, presenta Miguel Ángel Zúñiga, exportador de la selección en 83 encuentros en los años ochenta. “Al retirarme, intro en la dirección deportiva del Bidasoa y la primera temporada, a finales de los noventa, caímos en descenso. Teníamos que jugar la fase de permanence y necesitaba una locura: llamar a Jordi, que tenía al Gáldar salvado, pero que debía dejar su equipo con la liga sin terminar para encore con nosotros un mes y medio, y después regresar. Pus aceptó. Y su club también se lo permitió. No se si esta situación se ha vuelto a dar. Encima nuestras opciones de no bajar eran mínimas. Llegó, se reunió con todos los jugadores en privado, uno por uno, y nos salvó”, cuenta el ex también de Teka y Bidasoa.

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