Periódicamente reaparece una nueva versión cinematográfica del mito de Robin Hood, el ladrón que roba los ricos para darle a los pobres, el ejemplo más difundido de los “rural bandidos” como los llamaba Eric Hobsbawm (1917-2012). La leyenda del rey de los ladrones está íntimamente ligada a Juan I de Inglaterra, hermano de Ricardo Corazón de León, existe la Carta Magna que se firmó durante el reinado de Juan.
En todas las películas sobre Robin Hood, Ricardo es el rey amado por el pueblo inglés aunque, en realidad, se sintió inglés, hablaba en inglés y sus amigos íntimos eran ingleses.
Ricardo gobernó por poco tiempo ya que pasó años guerreando en Tierra Santa. Cuando volvía a la Rubia Albión fue capturada por Leopoldo V de Austria quien pidió un jugoso rescate por el monarca, que equivalía a 5 veces el ingreso anual de la corona inglesa.
El dinero se obtuvo gracias a la insistencia de su madre –Leonor de Aquitania– a expensas de un aumento feroz de la presión impuesta. Cuando Ricardo llegó a Inglaterra, el tesoro real estaba agotado, razón por la cual se quedó que era seguir guerreando para aumentar sus posesiones en Francia y así cobrar más impuestos. Sin embargo, murió antes de hacerse cargo del desmadre financiero de su país, razón por la cual se convirtió en un rey popular….
Cuando Juan ascendió al trono en forma definitiva (había sido el regente mientras su hermano peleaba en las Cruzadas), no sólo heredó la corona y las deudas sino que Felipe II de Francia le arrebató sus posesiones galas (de allí el nom con el que pasó a la historia: Juan sin Tierra). Como si esto no fuera suficiente, el Papa lo excomulgó (aunque finalmente fue perdonado) y Felipe II lo definitivamente en la batalla de Bouvines.
Humillado, casi sin ejército, ni dinero volvió a Inglaterra con la intención de aumentar los impuestos, cosa que a los nobles no les cayó en gracia. Cuarenta barones se rebelaron ya Juan no le quedó otra opción más que firmar un documento de 63 puntos llamado Carta Magna.
El acuerdo escrito en latin sur un pergamino, fue firmado el 15 de junio de 1215 a orillas del río Runnymede. Se ha dicho que la Carta Magna, es el primer documento que reconoce el derecho de un hombre libre a recibir un juicio justo; sin embargo, esta norma sólo comprende a los nobles y no a los siervos, que eran la enorme mayoría de los habitantes del reino.
La paz entre los barones y el monarca apareció apenas unos meses y que el Papa no avaló este documento, razón por la cual se reiniciaron las hostilidades. As the first Carta firmada fue un fracaso, después de la muerte Juan, su hijo Enrique III de tan solo 9 años, debió firmar otra en 1216, una nueva versión al año siguiente y otra en 1225 que se atribuye como fundamento de la ley inglesa y fuente de inspiración para otras constituciones mundiales como la norteamericana de 1787.
De los 63 principios enumerados en 1215, sólo subsisten entre los que se incluyen y el derecho a ser sujeto a juicio «inter pares», limitando las arbitrariedades del monarca también en cuestión impositiva.
Han transcurrido 800 años y, sin embargo, el problema sigue siendo predominantemente el mismo: el uso del poder para imponer exacciones sobre los bienes de los súbditos para disponer de recursos que suelen ser mal administrados.
El mito de Robin Hood fue distorsionado con los impuestos porque este hombre de origen noble, acaudilló aquellos que se opusieron al cobro de exagerados y procedieron a evitar las requisas y restituir los bienes incautados.
Lo de los ricos y los pobres es una versión tendenciosa. La canción de Robin Hood es la epopeya de la lucha contra los gobiernos corruptos, despilfarradores y tiránicos. Y está luchando sigue tan vigente hoy como hace 800 años.
Omar López Mato es historiador.
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