abril 19, 2024

La corrección de Jordi Pujol | El país semanal

La corrección de Jordi Pujol |  El país semanal

Aquí hay un libro importante: se llama Entre el dolor y la esperanza y contiene una entrevista del escritor Vicenç Villatoro a Jordi Pujol. A pesar de las denuncias de corrupción que lo han perseguido desde que reveló al fisco la existencia de un legado oculto en 2014, el expresidente catalán niega categóricamente ser corrupto. Yo le creo: Pujol estaba demasiado obsesionado con el poder para estar obsesionado con el dinero. El problema es que no se puede hacer política sin dinero, y que la relación malsana de Pujol con el dinero ha tolerado o llevado a la corrupción en su entorno familiar y político. Por esto (y no solo por el famoso legado oculto) se disculpa hasta la saciedad en este libro; Nos pregunta a todos, y también al joven idealista que era, ese niño capaz de afrontar el franquismo cuando casi nadie tuvo el valor de hacerlo, y afrontar la tortura y la cárcel por ello.

Pero los problemas de Pujol con la justicia los resolverá la justicia. Lo importante aquí es el contenido político del libro. Esto demuestra que, a sus 91 años, Pujol posee una lucidez, un sentido de la realidad, un bagaje intelectual y una visión de la historia incomparablemente superior a las de cualquier político nacionalista actual. Son estas virtudes las que dictan pruebas flagrantes, que ningún líder nacionalista es capaz de enfrentar, al menos en público: que el tu elaboras falló y que, cuando lo levantaron, era «una quimera». «Se ha demostrado», dice Pujol, «que ahora el independentismo no es lo suficientemente fuerte para lograr la independencia, pero crea un problema muy grave para España». ¿Cómo solucionar ese problema? Respuesta de Pujol: una corrección. Los nacionalistas, dice, «deben estar abiertos a fórmulas de no independencia que (…) garanticen la identidad, la capacidad de construir una sociedad justa y faciliten la convivencia». No soy nacionalista, nunca he votado por Pujol y no estoy de acuerdo con muchas de sus ideas más arraigadas (no creo, sin ir más lejos, que todos seamos nacionalistas: la prueba es que hasta principios de la siglo XIX, cuando se inventó el nacionalismo, nadie era nacionalista); pero estoy de acuerdo con él. El problema catalán no es principalmente un problema entre Cataluña y España, sino un problema entre catalanes, de los que al menos la mitad en los últimos años hemos dicho, de todas las formas posibles, que no queremos la secesión, entre otras cosas porque no queremos quiere.Él sabe lo que ganaríamos dejando de ser españoles, además de catalanes, pero está claro lo que perderíamos: el derecho a la ciudadanía de una democracia europea y todos los derechos asociados a ella. Entonces lo que necesitamos, en primer lugar, es un acuerdo entre catalanes, aunque sea uno de esos acuerdos en los que nadie está del todo satisfecho o consigue todo lo que quería. Esto es lo que, de hecho, en política se llama un buen negocio: lo que solemos llamar un arreglo. Traducido a mi terminología secular – Pujol es ante todo un hombre religioso – el acuerdo debería permitir reconciliar la diversidad cultural con la unidad política. En Cataluña, este acuerdo se ha denominado tradicionalmente Estatuto; Aspiro a una Cataluña integrada en una España federal integrada en una Europa federal integrada en ese mundo federal postulado por Bertrand Russell. Pero por ahora puedes llamarlo como quieras. Lo que está claro es que, como en la Transición, para salir de esta situación necesitamos una corrección, por insuficiente que sea. Lo refinaremos más tarde (lo que ciertamente no hicimos después de la Transición, así es como funciona). Mientras tanto, es suficiente.

Ante la perplejidad de su interlocutor, un pujolista que considera la independencia como la fase más alta del pujolismo, Pujol afirma una y otra vez que no es un independentista. Nuevamente le creo, aunque también creo que por momentos lo escondió muy bien. Y, como creo, estoy convencido de que si desde el comienzo de tu elaboras Si hubiera dicho claramente lo que pensaba, no hubiéramos llegado a donde estamos. También leí este libro para disculparme por no haber tenido el valor de decirlo.