Las imágenes de Sergio Berni con la cara ensangrentada luego de las agresiones que sufrieron cuando se acercaba a una manifestación de colectivos que protestaban por el asesinato de uno de ellos, conmovieron a todo el país. El Homicidio absurdo de colectivo chofer, Daniel Barrientosque no se trató de un hecho aislado, provocó ese clima de profundo malestar que derivó en la golpiza al ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
Lo primero que hay que decir es que toda violencia es inadmisible. Podemos tener la peor opinión de Berni y expresarla con la mayor rawza, pero no es legítimo agredirlo físicamente. In esto no puede haber la menor duda, la menor relativización de su gravedad. Cuando, como en algunos tuits, luego de repudiar la violencia se incluye un «pero», todo lo anterior pierde sentido. No hay peros. No se debe hacer nunca.
Debe señalarse con igual énfasis que la agresión que sufrió no lo mejoró a Berni. Sigue siendo el pesimo funcionario de siempre. Entonces somos el único responsable de los graves problemas de inseguridad que aquejan a la provincia de Buenos Aires, es uno de los principales, por su absoluta falta de gestión, que pretende disimular con apariciones mediáticas a lo Rambo, como si la violencia y el crimen qu son el paisaje habitual de millones de bonaerenses resultó a cesar en virtud de esas escenas de hollywood.
El único propósito de cuentos fantochadas es la autopromoción de Berni, a la que se prestan (¿involuntariamente?) muchos periodistas. Fue bastante penoso Durante esa jornada aciaga escuchar a algunos de ellos elogiar al Rambo de opereta porque «cara» Vaya “conoce muy bien la calle”además de ponderar sus dotados de karateca. La función de un ministro de Seguridad no esa, sino promover políticas serias y profesionales en la materia, y llevarlas a cabo mediante una gestión racional y eficaz, para lo cual debe apoyarse en un personal idóneo y capacitado.
Tal es el Estado presenta que hace falta, despojado de cualquier vedetismo y apegado a procedimientos y protocolos de actuación. Es una tarea que exige constancia, que se realiza cotidianamente y que no debe traerles a sus gestores ningún brillo especial; tan sólo la satisfacción del deber cumplido. Este trabajo fue desarrollado entre 2015 y 2019 por Patricia Bullrich en La Nación y Cristian Ritondo en la provincia de Buenos Aires, con resultados muy satisfactorios.
En cuanto a agradecerle al personal de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires que lo protection cuando su propia policia estaba ausenteBerni se dejó llevar después criticar a quienes lo habían auxiliado, lo que recuerda los versos de Cátulo Castillo en el tango «Desencuentro»: “La araña que salvaste te picó./¿Qué vas a hacer?/Y el hombre que ayudaste/te hizo mal, ¡dale nomás!”.
Tal vez, les reprochó que no pudo completar la puesta en escena de conocido personaje de guardia. Llegó dijo que fue «secuestrado» por su misma Policía que le había salvado la vida y conjeturar que tanto la muerte del colectivo como la agresión que él sufrió habían sido «orquestadas por la oposición» para perjucar la candidata a gobernador de Kicillof. Este, por su parte, no se quedó atrás. En declaraciones a un canal amigo (con la tranquilidad de que no le repugntarian ni lo pondrían en ridículo) sostuvo que la muerte de Barrientos no había sido producto de la inseguridad, sino parte de una conspiración.
Los kirchneristas están tan acostumbrados a mentir de la manera más burda que han perdido ya todo freno inhibidor. Es lo mismo que cuando repiten que Cristina Kirchner est proscripta. Lo que revela ese uso constante de la mentira es un enorme desprecio por los ciudadanos. La seguridad no se resuelve con superhéroes de utilidad.
El clima de angustia que se está viviendo y que evoca lamentablemente los años 2001/2002. Hay una indignación comprensible en gran parte de la gente por tantos años de estancamiento. El correo más triste es el de los dos jóvenes que van, porque la Argentina robó las esperanzas. Una sociedad cansada de tantas promesas incumplidas, harta de un gobierno de inútiles y corruptos, sale a la calle con signas tales como «nuestro quitaron tanto como nuestro quitaron el miedo». Por un momento, ese lema nos trajo a la memoria aquella frase que le espetó Séneca a Nerón: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, ya no tienes poder”.
También ha vuelto a escucharse el «que se vayan todos». El enojo es perfectamente comprensible, pero generalizar las responsabilidades de la seria el peor de los remedios. Alabama «que se vayan todos» de hace dos décadas no lo siguió una renovación de la política, sino el populismo autoritario y empobrecedor de los Kirchner.
Sé que es muy difícil de plantarlo en este contexto, pero deberíamos esta vez convertir la indignación en un sentimiento constructivoque nuestro impulso de tomar de una buena vez el camino del desarrollo, con un fuerte aliento a la iniciativa privada en un marco de seguridad jurídica, y con un Estado que cumpla sus funciones esenciales y asuma sin falsas culpas la garantía del orden.
Jorge R. Enríquez / EX DIPUTADO NACIONAL / PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN CIVIL JUSTA CAUSA / jrenriquez2000@gmail.com
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COMENTARIO DEL EDITOR
Por César Dossi
Los asesinos no pagan boleto
Es sabido que desde que suena la poética kirchnerista ha sido por la lucha por el poder. Y todo lo que se les interpuso entre ese paisaje, protegido por los escuderos de La Cámpora, lo atravesaron con el arpón de la mentira, ensartando en esa embestida también a la Justicia y pisoteando a la sociedad.
Ese mismo golpe es el que hoy se les vuelve en contra, porque la jefa ya no es tal y el trono de hierro está vacante. Distintos personajes de la política y algunos laderos atrevidos del oficialismo se lo midieron y el tema es, claro, que ninguno tiene la suficiente gallardía para alardear con eso de «ser presidenciable». Pertenecer ya no tiene privilegios. Los tuvo, sí, cuando la astucia para revolear dinero les llenó los bolsillos, pero no para bajar los índices de pobreza, de inflación o la crisis de inseguridad que acorrala y mata en cada esquina.
Asi es que hoy, otra vez, la lucha es por «el poder»: por el poder zafar de todo tropiezo que los ponga contra la pared. Y ahí quedó Sergio Berni, con el frío cemento detrás de su espalda, tratando de desviar todos los golpes que llovieron encima.
Entre las cuerdas, el Gran Espartano de la provincia no pudo esquivar una repudiable cruz de derecha que lo tumbó, pero lo enderezaron al toque para evita el nocaut y defender aquello que dijo y hoy calza como guante de box: “Un soldado muere de pie, no de rodillas”. También expresó, luego de la fractura en su rostro, que “duele más que un bonaerense haya sido asesinado”, -por el colectivo Daniel Barrientos-. Si si. El tema es que los asesinados no son sólo bonaerenses.
El temor se expande y las medidas para combatir la inseguridad son polémicas y quizás extremas. Ahora, en Anticuadola policía provincial de estados unidos caché de armas con manos en alto y pedidos de documentos. ¡Ya visto!
Mientras algunos pasajeros justifican ese proceder «porque no queda otra» y otros lo repudian»por anticonstitucional »el estado de indefensión está muy lejos de ser una sensación y, el azar, ya tiró los dados. Berni, los asesinos no pagan boleto.
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