febrero 19, 2025

La literatura se cuela en la primera línea de defensa contra el coronavirus

La literatura se cuela en la primera línea de defensa contra el coronavirus

Que la literatura pueda ser terapéutica nunca ha tenido tanto sentido como lo tuvo en México en medio de la pandemia de coronavirus. En octubre de 2020, una treintena de trabajadores de la salud participaron en un taller de poesía y noticias, con el objetivo de plasmar en los textos su experiencia laboral y personal durante los peores momentos de la pandemia. Personal de salud de todo tipo, desde enfermeros hasta psiquiatría pasando por trabajadores sociales, fueron contactados para formar parte del proyecto por los promotores de la iniciativa, la Dirección de Literatura y Promoción de la Lectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Este otoño, un año después, el resultado ve la luz: Primera línea, crónicas y poemas escritos por personal de salud, volumen que recoge algunos de los trabajos surgidos de las sesiones.

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El libro, presentado por videoconferencia el 26 de agosto, acaba de salir de prensa. Será gratuito y próximamente se podrá descargar en PDF desde el sitio web de la UNAM, ya que el objetivo es poder difundir al máximo las experiencias de este grupo de profesionales de la salud. La idea original era crear un espacio a través de la literatura donde los profesionales de la salud pudieran intercambiar sus historias, sentimientos e impresiones. Un grupo de pares que sirvió de terapia y ayudó a reflejar las enormes dificultades que implica afrontar el covid-19 en la «primera línea». El proyecto se dividió en dos talleres, uno de actualidad y otro de poesía, donde los participantes se inscribieron en función de sus inquietudes. Las sesiones, de cinco a diez según la modalidad, se realizaron mediante videollamada para evitar contactos de riesgo.

Además de ser residente del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino, Orlando Mondragón, de 28 años, es un autor galardonado. Cuando lo llamaron para dirigir el taller de poesía el año pasado, no lo pensó dos veces: “Fue muy emotivo. Era el caso de que algunos médicos estaban en formación, y recuerdo el caso de un médico residente que tuvo que hacer una sesión desde el hospital. Fue muy impresionante verla con su máscara y ropa protectora mientras hablaba de literatura ”.

Una de las ilustraciones del libro 'Primera línea, crónicas y poemas escritos por el personal médico'.
Una de las ilustraciones del libro ‘Primera línea, crónicas y poemas escritos por el personal médico’.Jimena Estíbaliz

Mondragón afirma que su papel era más de facilitador que de docente: «Sentí que casi ninguno tenía una formación literaria, así que les di herramientas retóricas, recomendándoles una lectura desde la que empezar». Posteriormente, los participantes trajeron sus propios textos, los cuales leyeron, criticaron y trabajaron.

Los participantes podían contribuir con poemas de cualquier tipo, pero en última instancia, los seleccionados para el libro fueron los que reflejaban su experiencia en los hospitales durante la pandemia. “El título quiere mostrar que los participantes fueron la primera línea de atención contra el coronavirus, y también que fue la primera línea que escribieron porque nunca antes habían escrito textos literarios”, aclara Mondragón.

De niño, Citlali Ramos, de 30 años, soñaba con vivir un episodio histórico. Y con el coronavirus, mientras trabajaba como residente en el Hospital General Regional de Querétaro, vio cumplido su deseo, aunque no fuera como lo imaginaba: «Cuando de verdad te toca, no sabes adaptarte». Recuerda la adrenalina. El riesgo de la situación: estaba infectado. Un día se enteró del taller por una publicación en las redes sociales y decidió inscribirse. Para ella tenía algo sanador: «Es una forma de conocerse a uno mismo y desarrollar la empatía con los demás sin tener que experimentar el dolor del otro». En sus poemas habló sobre el malestar y el estrés del trabajo durante los días más duros de la pandemia. Un año después, continúa escribiendo.

Una de las páginas del libro 'Primera línea, crónicas y poemas escritos por personal sanitario'.
Una de las páginas del libro ‘Primera línea, crónicas y poemas escritos por personal sanitario’.Jimena Estíbaliz

Miguel Otero, de 40 años, psiquiatra de los centros del Instituto Mexicano del Seguro Social y Sedena, es lo mismo que Ramos. Desde que empezó el taller no ha dejado de escribir poesía: «Había ideas que se quedaron en el tintero y que de alguna manera intenté seguir desarrollando». Para él, trabajar durante la pandemia fue «una experiencia compleja y en ocasiones dramática, pero también muy estimulante para el trabajo de colegas, pacientes y familiares». Por eso recuerda las sesiones como una experiencia enriquecedora: “No exagero cuando digo que fue algo terapéutico. No fue solo un espacio literario, también fue catártico y reflexivo, lo que ayudó a compartir nuestras experiencias, que fueron muy difíciles por el tipo de dinámica del hospital ”.

Leonardo Tarifeño, periodista cultural y autor de dos libros, ya tenía experiencia en la realización de talleres literarios con personas que nunca antes habían escrito. Para ello aceptó el papel de liderazgo en las sesiones informativas. Su experiencia personal con los participantes fue diferente a la de Mondragón u Otero: “Para mí, más que catártico, fue un aprendizaje. Tenían la intención de dar a conocer las realidades que habían vivido, su entusiasmo estaba puesto en el hecho de comunicar más que en deshacerse del peso que llevaban. Era como ver un noticiero clandestino, ni siquiera sabían lo que les había pasado a los demás. Muchas de las enfermeras eran niñas que no tenían experiencia previa, o eran voluntarias, viendo morir a personas todos los días con entrenamiento. para expresar ellos tampoco confiaban. Aun así, no queríamos que fuera un cuento triste, queríamos que tuviera una dimensión literaria ”.

La implementación del proyecto fue un esfuerzo conjunto entre la Dirección de Literatura y Promoción de la Lectura (DLFL) y la Facultad de Medicina de la UNAM, la Escuela Nacional de Enfermería, la Facultad de Estudios Superiores Iztacala y la Escuela Nacional de Trabajo Social, como Señala Anel Pérez, director de DLFL. Considera que las historias de los trabajadores de la salud deben contarse: “El libro es importante porque humaniza la voz de los profesionales de la salud, y nos recuerda que el coronavirus ha hecho que la relación entre médico y paciente cambie y se convierta de persona a persona. «. Pone especial énfasis en destacar la labor del personal de enfermería y asistencia social, así como la del médico o psiquiatra: «Durante la pandemia, el tratamiento directo con el paciente fue principalmente el de la enfermera».

Las historias recopiladas oscilan entre la ansiedad y el dolor, el cansancio y la frustración, pero también la ilusión y la esperanza. El libro, como explica Tarifeño, intenta alejarse de los tópicos, evitar esa idea generalizada que posaba a los médicos como héroes, apegarse a una perspectiva más humana y realista, y logra transmitir la pandemia vista desde sus ojos. La evidencia escrita demuestra que la tinta a veces puede sobrevivir a las enfermedades.

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