abril 25, 2024

La muerte tiene precio en España: 1.565 millones de euros | Negocio

La muerte tiene precio en España: 1.565 millones de euros |  Negocio

Las líneas de Jorge Manrique nunca han sido tan precisas como el año pasado. Cerca de medio millón de españoles vieron pasar su vida y cómo morían tan silenciosamente, sin parientes cercanos, sin despedidas ni vigilias. El daño causado por el coronavirus se reflejó en un aumento significativo de la mortalidad, del 17,9%, según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). Incluso en las morgues improvisadas de las grandes ciudades y en un trabajo continuo para los 12.000 empleados del sector funerario, que se sienten lo suficientemente reconocidos.

Aunque la mujer blanca apareció de forma tan repentina, las miles de empresas que operan en este negocio atomizado no se han beneficiado económicamente del crecimiento desmedido de los servicios. Así dice Alfredo Gosálvez, secretario general de Panasef, la asociación que los aglutina: “La pandemia ha tenido pocas consecuencias económicas para el sector. Por sorprendente que parezca, la facturación se retrasó muchos meses por el cierre de vigilias, la ausencia de ceremonias y las restricciones de capacidad ”. Así, a falta de datos para 2020, en preparación, Gosálvez estima que la funeraria mantendrá la cifra de ventas para 2019: 1.565 millones de euros. Algo que también se podría trasladar a 2021, donde ya han recuperado la mayoría de los servicios que no pudieron prestar en 2020, pero los límites de capacidad continúan, aunque menos severos, y las muertes, aún por encima de lo normal, se están estabilizando.

Sin embargo, la foto de este sector donde solo las 17 empresas top tienen una facturación superior a los 10 millones de euros y solo 5 superan los 50 millones puede cambiar este año. Mémora, la empresa líder, en manos del Canadian Ontario Teachers ‘Investment Fund (OTPP), mira con el rabillo del ojo si la fusión entre Albia y Funespaña, sus próximos competidores, propiedad de Seguros Santalucía y Mapfre respectivamente, que podría desbancarlo con 70.000 servicios anuales. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) autorizó la fusión hace apenas dos semanas. Pero lo hizo con condiciones: Mapfre tendrá que vender el 25% de la empresa resultante «para evitar situaciones que refuercen su posición en el mercado» y Santalucía se compromete a dar a sus clientes la libertad de elegir la funeraria «, evitando que de forma automática dirigido a la funeraria del grupo ”. Además, deberán desinvertir en Valdepeñas (Ciudad Real).

Concentración

“Si la resolución de la CNMC se materializa, conduciría a un líder del mercado”, comenta Juan Rodríguez, consejero delegado de Albia, quien, como en el caso de Mapfre, indica que los accionistas están analizando la situación sin dar más detalles. Porque, aunque el líder Mémora es independiente y, con 140 directores de funerarias y alrededor de 40 crematorios entre España y Portugal, factura 200 millones de euros al año con sus 55.000 servicios anuales en la Península, según su consejero delegado, Juan Jesús Domingo. , Albia y Funespaña son sucursales de aseguradoras con un gran peso en el mercado funerario. Santalucía lo lidera, con un volumen de prima de 686 millones de euros, el 31,5% del mercado en 2020. Mientras que la facturación de Albia fue de 165 millones. Por su parte, Mapfre superó los 310 millones en primas por fallecimiento y su filial de servicios funerarios recaudó 48,6 millones de euros, casi un 12% más que el año anterior.

La lista continúa con Servisa, filial de Seguros Ocaso, que tiene una participación cercana al 20% en el llamado seguro de muerte. Y el Grupo ASV, que gestiona 90 funerarias, 19 crematorios y 5 cementerios. Con una facturación prevista de 50 millones de euros en 2021 (55 si se suma el negocio internacional), la compañía facturó el año pasado en España de 48 millones tras la reducción del valor de los servicios contratados, que en lugar de rondar los 3.200 euros han apenas superó los 2.700 euros, según Guillermo Payá, su consejero delegado. Asv también cuenta con una aseguradora funeraria, Meridiano, ya que es la fórmula de reclutamiento para la mitad de los entierros en nuestro país, «es más fácil», admite Payá.

Empresas como Parcesa, Altima o la funeraria madrileña siguen a las cinco grandes en una industria plagada de pequeñas empresas familiares e incluso unifamiliares. Por ejemplo, hay unas 200 funerarias en Galicia, según Gosálvez. Son este tipo de empresas con las que las grandes empresas consiguen incrementar su cuota de mercado. Mémora ha comprado más de 15 empresas desde 2017 con una inversión de más de 100 millones. Precisamente esta semana, la CNMC autorizó sus dos últimas operaciones: la compra de Funeraria Rekalde y Funerarias Irache. Como había hecho meses antes con la captura de Jordial por parte de Albia.

En una actividad liberalizada desde 1996 y en la que la gestión de cementerios es pública y, en algunos casos, facilitada (ya no a perpetuidad como antes, sino de 5 a 15 años), también hay operadores con participación pública como el Municipal de Funerarias y Cementerios de Madrid, que gestiona 14 cementerios, entre ellos el de Almudena, «el más grande de Europa, con 120 hectáreas», comenta Carlos Sanza, su secretario general, y funerarias como la M-30 o la Tanatorio Sur. Privatizado en 1993, volvió al Ayuntamiento de Madrid en 2016. Y es una de las pocas empresas consultadas que el año pasado aumentó su facturación hasta los 54 millones de euros debido al importante aumento de fallecidos en la ciudad, que en pocos meses se llegó quintuplicado; cinco millones más que el año anterior y los que entrarán este año, pronostica Sanza.

La pandemia puso de manifiesto la fragilidad del sector, como la falta de coordinación con las administraciones, subraya Juan Jesús Domingo. Y también dejó lecciones al sector: “Como empresa, aprendimos la importancia del duelo y apreciamos el servicio funerario”, dice María Dolores Asensi, directora de Funexpo, la primera feria internacional del sector celebrada en Madrid este año. . Week, que destaca otra transformación derivada del covid: el uso de nuevas tecnologías, por ejemplo, en el caso de la retransmisión en directo de las ceremonias, que llegó para quedarse. Sin embargo, el gran desafío del negocio funerario, normalizar la muerte y eliminar los tabúes que la acompañan, sigue vivo en un país que, según Juan Rodríguez, tiene el tercer mercado funerario más grande del mundo, después de Japón y Estados Unidos.