abril 23, 2025

La súper remontada del Madrid | Deportes

La súper remontada del Madrid |  Deportes

La fe inquebrantable de Llull se sobrepuso al descarado gobierno de Calathes. El Real Madrid ganó la Supercopa tras retroceder 19 puntos ante el Barcelona gracias a otro arrebato competitivo de su capitán. En la misma pista donde le detuvo una grave lesión de rodilla en 2017, Llull consiguió la mvp y levantó el 21º trofeo de la era Laso.

«Éramos menores de 19 años y nadie dejaba de creerlo», resumió el técnico blanco. Ya nadie en Madrid creía en la remontada de Llull, con 24 puntos en su récord y un episodio más por su colección de hazañas. Alocen, con 11 puntos y una influencia decisiva en la recta final, y Poirier (16 puntos y 11 rebotes) completaron la victoria en Madrid. Jasikevicius se cansó de exigir disciplina y consistencia a su equipo antes, durante y después de la final, pero no logró transmitir su mensaje. El guión creado por Calathes se jugó en Llull.

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Otra película para la historia de un impulso inagotable. XIX final entre los dos grandes del baloncesto español en los últimos 10 años, en la que se repartieron 27 de los 31 trofeos nacionales disputados (18 para los bianconeri y 9 para el Barça). Un duopolio imparable. Un duelo muy exigente físicamente que comienza con ataques agudos y defensas desalineadas. Sin marcar minutos, el Barça se volvió loco al son de Calathes, con cuatro triples en apenas tres minutos (dos de ellos del Oriola). Pero Real también responde con mordiscos. Con dos protagonistas inesperados, Alocén y Vukcevic, que firmaron tres bingos de 6,75 consecutivos más para compensar el hueco, Laso salvó a Tavares desde el principio, pero la jugada salió mal ya que el caboverdiano cometió dos faltas en sus dos primeros minutos de campo. silla para pensar. Yabusele, mejor jugador del Real Madrid en la semifinal ante el Tenerife, también fue sancionado con faltas. A Jasikevicius le fue mejor con la aparición de Davies, el relevo de Smits y los innatos Hayes ngibles.

El Madrid resistió asumiendo el papel de perseguidor y, con fuerza de carácter, celebró la final. Pero, a pesar del empujón de Llull (8 puntos en 9 minutos), empezamos a jugar lo que quería Calathes. La efervescencia física dio paso a la pausa y ahí creció la influencia del base azulgrana. Y también el de Oriola (11 puntos en 10 minutos), que pule su lucha por escapar del ostracismo al que le había condenado la llegada de Pau Gasol el año pasado.

Le tomó a Laso encontrar la mezcla y comenzó a presionar las teclas hasta que alcanzó al joven Eli John Ndiaye, de 17 años (reclutado para mitigar las pérdidas de Thompkins, Randolph, Abalde y Rudy). Pero el Madrid llegó en el descanso contra el pie. Con Alocen fuera de combate tras una colisión con Davies. Ligeramente atrás en la lucha por el rebote, en el porcentaje de triples y, sobre todo, en las sensaciones. El dilema blanco de cara a la recuperación, mantener sus energías (habiendo sellado su ranking para la final en vísperas del casi amanecer) y sumar tropas a la causa para contener el vigor de los demás. El reto del Barça, extendiendo «disciplina, mentalidad y coherencia», en palabras de Jasikevicius.

Más allá del mensaje de los entrenadores, Calathes demostró tener en la mano el manual de instrucciones del partido y, bajo su mandato, el Barça batió el marcador en el tercer cuarto. Un Heurtel antideportivo que aprovechó Higgins y un triple de Mirotic derribaron rápidamente a la Real (59-42, m. 24).

Alocen volvió para intentar romper la inercia y encontrar a Tavares en el cuadro, pero el plan de contingencia tardó mucho en funcionar a los blancos y Calathes hizo un martillo con su yoyo. En campo abierto o masticando el partido, el base azulgrana actuó como guionista de la final pero el resultado estuvo fuera de lugar. Madrid fue condenada y expuesta al secuestro, al territorio de la epopeya, al ecosistema de lullo.

El capitán de la Real equilibró la carrera y el vértigo y, con un triple disparo, transformó el 63-44 del minuto 25 en un 69-59 antes de cruzar la meta. En ausencia de Calathes, Higgins tuvo la tarea de contener el asalto de Llull. El acierto del americano se cruzó con el cansancio de los blancos por la persecución y el Barça consiguió no bajar de los siete puntos en ese tramo, del 71-64 al 79-72 a falta de cinco minutos.

Pero seis puntos consecutivos de Poirier, lanzados por Alocen, dan otra vuelta de tuerca. El definitivo para que el Real Madrid creyera en una remontada improbable y para el Barça se desató el miedo a perder lo ganado (79-78, m.37). El propio Alocen, magistral en la dirección, falló los tiros libres que habrían llevado a su equipo por delante y Davies soltó un suspiro de alivio para los culés. Sin embargo, un triple de Williams-Goss empató en 1m44s (81-81).

En ese punto, el Madrid era personaje y el Barça jindama. Kuric se equivocó y luego Mirotic cometió una falta sobre Yabusele. El francés marcó los dos tiros libres, Davies anotó el empate en el siguiente viaje a la canasta y Poirier agarró un rebote providencial, adelantando a la Real a 35 segundos del final (83-85). El siguiente rebote, bajo el aro madrileño, lo dejó Alocén, que recibió otra falta de Mirotic. La mano solo marcó un tiro libre y dejó a los culés con tres a falta de nueve segundos. Pero la lista no salió para Jasikevicius. El triple lo jugó Davies y no tocó filo. La fe del Real le permitió hacerse con la Supercopa por cuarta edición consecutiva. Título 21 de Laso.

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