Una terapia celular enseña al sistema inmunitario a tolerar los trasplantes de hígado. El tratamiento, tal y como explica un estudio que se publica en ‘Science Translational Medicine‘, se basa en administrar a pacientes que iban a recibir un trasplante de hígado células dendríticas reguladoras derivadas del donante original, bajo la hipótesis de que estas células podrían ‘enseñar’ al sistema inmunitario del receptor a tolerar el nuevo órgano.
La investigación sugiere que con este tratamiento se podría reducir o incluso prescindir del uso de inmunosupresores a largo plazo.
En la actualidad, cuando se realiza un trasplante, es necesario administrar medicamentos inmunosupresores para evitar que su sistema rechace al nuevo órgano. Estos fármacos deben tomarse de por vida y tienen numerosos efectos secundarios.
Los resultados del ensayo clínico en fase 1, realizado por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), apuntan a un camino que puede evitar a los receptores de trasplantes de órganos los graves efectos secundarios del uso de inmunosupresores a largo plazo, que pueden incluir cáncer, diabetes, insuficiencia renal y susceptibilidad a infecciones.
«Los resultados de estos ensayos son muy alentadores», afirma el autor principal Angus W. Thomson. En este momento, añade, «hemos visto que esta terapia está modificando la respuesta inmune del receptor de tal manera que podemos reducir, o incluso retirar, la inmunosupresión de manera segura».
Debido a que el hígado posee la capacidad de regenerase, las personas pueden donar una parte de su hígado a otra persona que lo necesite. Tanto la parte del hígado que queda en el donante como la parte que se le da al receptor vuelven a crecer hasta convertirse en hígados de tamaño completo. Esto se llama trasplante de hígado de donante vivo.
En un ensayo de fase 1, Thomson, en colaboración con Abhinav Humar, director clínico del Instituto de Trasplante Starzl, se incluyeron a 15 pacientes que estaban programados para recibir un trasplante de hígado de donante vivo que también recibieron una infusión de células inmunes de un donante y se compararon con 40 pacientes de trasplante de hígado de donante vivo que no recibieron la infusión.
Reducir la carga de inmunosupresión es el ‘santo grial’ perseguido desde hace décadas en el trasplante de órgano
Marcos López Hoyos
Presidente de la Sociedad Española de Inmunología
Semanas antes de la cirugía, se analizó sangre de los donantes para los pacientes del ensayo, y se separaron los monocitos, un tipo de glóbulo blanco. A continuación, indujeron a los monocitos a producir células dendríticas reguladoras (DCregs), un tipo de célula inmunitaria que ayuda al resto del sistema inmunitario a distinguir los invasores extraños que deben eliminarse de las partes del cuerpo que deben dejarse en paz.
Una semana antes del trasplante, se infundieron los DCregs recién creados en los pacientes receptores. Posteriormente se realizó el trasplante y los pacientes recibieron fármacos inmunosupresores tal como lo habrían hecho si no hubieran recibido los DCregs.
El objetivo principal del ensayo era determinar la viabilidad y la seguridad. No hubo diferencias de seguridad entre los pacientes con infusión de DCreg y los pacientes con atención estándar. Además, era factible agregar la infusión de DCreg al flujo de trabajo clínico y al mismo tiempo realizar el trasplante de manera oportuna.
Pero los investigadores fueron un paso más allá y comprobaron las diferencias en la actividad inmunológica entre los dos grupos de pacientes.
Así, un año después del trasplante, descubrieron que los pacientes que recibieron la infusión de DCreg también tenían una reducción en otras células inmunes que indicarían una reacción negativa al hígado trasplantado. En estudios con animales, esta reducción ha permitido a los investigadores lograr que los animales dejen de tomar inmunosupresores.
Curiosamente, las DCregs trasplantadas persistieron en los pacientes receptores sólo durante unos pocos días. Pero durante ese tiempo, pudieron producir pequeñas partículas llamadas exosomas que permiten que las células se comuniquen transfiriendo mensajes de una célula a otra, influyendo en una variedad de comportamientos celulares.
Los investigadores fueron un paso más allá y comprobaron las diferencias en la actividad inmunológica entre los dos grupos de pacientes
«Creemos que estos exosomas derivados de donantes están condicionando de forma preventiva al posible receptor de LDLT a considerar que las células del donante son seguras», asegura Thomson. «Un año después del trasplante, los médicos determinarán qué pacientes pueden comenzar a reducir gradualmente los inmunosupresores. Entonces el tiempo dirá si nuestro enfoque funciona».
Para Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria Valdecilla (IDIVAL), se trata de un artículo muy relevante de un ensayo de fase 1a/2 para ver la utilidad clínica y la monitorización inmunológica de los pacientes que han recibido células dendríticas tolerogénicas. «El uso de estas células como mecanismo de inducir tolerancia (aceptar el injerto trasplantado) y reducir la carga de inmunosupresión, causante de numerosos efectos adversos a largo plazo, es el ‘santo grial’ perseguido desde hace décadas en el trasplante de órganos», señala a Science Media Centre.
En su opinión, los datos van a favor del uso clínico de estas células reguladoras o supresoras del rechazo inmunológico en trasplante hepático.
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