abril 19, 2025

LaLiga: fútbol y romance | Opinión

LaLiga: fútbol y romance |  Opinión
Lionel Messi, durante la rueda de prensa del 8 de agosto en Barcelona.
Lionel Messi, durante la rueda de prensa del 8 de agosto en Barcelona.Andreu Dalmau / EFE

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Crecí viendo jugar a Hulleras de Sabero, el equipo de la empresa minera de mi ciudad, que competía desde su pudor (muchos de los jugadores eran mineros) contra los grandes equipos de la región: Cultural Leonesa, Ponferradina, Salamanca …, Y desde entonces conservé ese toque de romanticismo que me hace pensar que el fútbol es un deporte y un juego y no un negocio en manos de fabricantes y grupos de poder que no siempre se preocupan por respetar las reglas. Por eso simpatizo con aquellos clubes que luchan contra los grandes sin importar la diferencia presupuestaria y sobre todo con aquellos con carreras heroicas como el Numancia de Soria o el Deportivo de La Coruña (que pasó de ganar el campeonato al descenso a Segunda B), aunque, habiendo elegido uno, opté por el único con vocación cuesta abajo que conozco en un mundo donde todo el mundo quiere ganar: el Titanic de Laviana. Por el nombre del barco naufragado el año en que se creó el equipo, parece claro que lo suyo no era competir por grandes títulos …

Los que amamos el fútbol nos entristece cada vez más el grado de comercialización de un juego que ya no se rige por los principios del deporte sino por los de la economía. Sabemos que el fútbol mueve mucho dinero, que los jugadores son megaestrellas que ganan verdaderas fortunas y que hay muchos intereses ocultos detrás del juego, pero queremos seguir creyendo que al final el balón es el amo y no todos los que administra el negocio, algunos con la cara descubierta y otros moviendo hilos desde oficinas que no conocemos. El problema es que desde hace tiempo aquí (desde que las televisiones empezaron a controlar el juego), el fútbol se ha convertido en el vellón de oro, no de la afición habitual, de los que se divierten y sufren con sus equipos, sino de todos los especuladores y comerciantes. del mundo, que han visto en él una forma fácil de ganar dinero y, al mismo tiempo, una plataforma para sus otras actividades, también para influir políticamente en su entorno. Nadie duda que hoy el presidente de un equipo tiene más poder que el del gobierno y hay agentes de jugadores que mueven más dinero que muchas multinacionales. El problema es que, como en la película Los hermanos Marx en Occidente, el negocio del fútbol se ha convertido en un tren cuyos vagones tienen que ser quemados para mantenerlo en funcionamiento y el combustible se ha vuelto escaso, en parte debido a la voracidad de quienes viajan en ese tren, en parte porque la pandemia de Covid se ha descarrilado repentinamente. Al igual que en el sector inmobiliario, la burbuja del fútbol ha estallado de repente y corre el riesgo de dejar muchos cadáveres en la calle, en primer lugar el del Barcelona, ​​que tuvo que dejar salir a su megaestrella Messi porque ya no pueden pagar sus sueldos. Todo indica que no será el único equipo de fútbol que se saltará las costuras antes de que estalle una burbuja que todos sabían que pasaría porque el crecimiento eterno no existe. Ahora solo queda quejarse y culpar al maestro armero de lo que pasa, que es lo mejor que se puede hacer cuando la gallina de los huevos de oro deja de ponerlos. Para el fútbol, ​​la época del romance se acabó.