El candidato de «Hacemos por Nuestro País», Juan Schiaretti, hizo una cerrada defensa del «cordobesismo» que viene gobernando la provincia mediterránea desde hace más de dos décadas y reclamó a la dirigencia «mirar hacia adelante» como puntapié para escapar de la «grieta» y, así, favorecer acuerdos que permitan al país salir de una crisis que lo ha puesto «al borde de la hiperinflación».
Durante el primer debate presidencial se vio al mandatario cordobés con un discurso mesurado, en el que evitó las chicanas contra sus circunstanciales adversarios pero donde tampoco abundaron sus propuestas de campaña. Eso, de algún modo, lo dejó afuera de la pelea grande contra Javier Milei, Sergio Massa y Patricia Bullrich.
Es que sólo pareció realizar un balance de su gestión al frente de la provincia mediterránea, desde la reducción «del costo de la política» hasta las pruebas de desempeño a los alumnos y la ampliación de las escuelas técnicas. Es decir, aventuró que podría replicar la gestión en su provincia en la órbita nacional.
Pero para derrotar a un fenómeno como la inflación, el candidato presidencial planteó eliminar el déficit fiscal con medidas como la baja del gasto de las empresas públicas, la independencia del Banco Central y la supresión de la «convergencia de funciones», iniciativas que casualmente habían planteado los referentes de Cambiemos en 2015 a poco de asumir el poder.
En otro tramo de su presentación, Schiaretti rechazó las «medidas milagreras» a las que pareció asimilar la dolarización del Javier Mieli y la convergencia de monedas que viene planteando el referente económico de JxC, Carlos Melconian.
Al hacer un duro diagnóstico sobre la actual crisis económica, optó por cruzar a Massa pero también a Patricia Bullrich por representar, a su entender, «a los últimos dos gobiernos que fracasaron» en la Argentina. En este sentido, les imputó haber subido la inflación y la pobreza durante sus respectivas gestiones.
Su recuerdo del «Cordobazo»
En la categoría «Derechos Humanos y convivencia democrática», el dirigente peronista recordó su experiencia durante los sucesos del «Cordobazo» (la protesta que en 1969 unió a estudiantes y obreros en contra del gobierno de Onganía) y subrayó que en todos estos años aprendió «el valor de la democracia y a respectar las instituciones».
También el gobernador enfatizó que los DDHH son propiedad «de todos los argentinos» y no pueden ser «apropiados» por un grupo político en elíptica crítica al kirchnerismo. Fue en este marco en el que reclamó a la política salir de la «grieta», un concepto que parece haber envejecido tras la irrupción de Milei al tablero electoral.
Durante la ronda de preguntas del último tramo del Debate, el gobernador se defendió de la falta de apoyo de los gobiernos kirchneristas a su provincia al asegurar que «nos tenemos que bancar solos en Córdoba».
Casi al final se defendió de la acusación de «menemista» que le endilgó Myriam Bregman -fue interventor de la provincia de Córdoba en los ´90- y luego contragolpeo al asegurar que el bloque izquierdista suele «votar con el kirchnerismo».
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