marzo 29, 2024

No es fácil calificar los vinos, entre 0 y 20

DEn esta misma sección, hace cinco años, ya trenzaba coronas de laurel con vinos de Castillon. Tintos de la margen derecha de Burdeos, su verdadero nombre castillon-côtes-de-bordeaux. Prueba de cierta constancia, tanto en mis gustos como en la calidad del vino, quiero volver a poner la mesa. Porque este nombre sigue forzando mi admiración. Y también porque me he convertido, por una vez, en juez y parte en la demostración de su calidad.

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De hecho, participé, durante una mañana, en un jurado para seleccionar a los embajadores de la denominación para el año 2023. Este ejercicio tiene ventajas evidentes. Permite, en primer lugar, poder estimar el nivel general de una denominación, y luego encontrar pepitas que nos eran desconocidas hasta ahora. La cata se realizó a ciegas, es decir sin saber qué vinos estábamos catando, para no influir en nuestro juicio.

Éramos ocho catadores, periodistas especializados, comerciantes de vino y sumilleres. A mi lado estaba Rachelle Lemoine, que especialmente escribe artículos para los obs. Nos conocemos bien, nos queremos igual. Pudimos aprovechar esta proximidad para comparar nuestras calificaciones, para ver que estábamos conectados en ciertos vinos y en clara divergencia en otros. Esta es una oportunidad para recordar que, incluso entre profesionales, la opinión sobre un vino no es objetiva ni universal. Tenemos nuestros propios gustos y una calificación solo refleja la opinión de la persona que cata el vino.

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El contenido de las copas era totalmente fiel al espíritu de Castillon, que reivindicaba como valores «libertad de expresión, creatividad, audacia». Términos que destacan en Burdeos, en un terreno colindante con Saint-Emilion, donde ponemos más énfasis en la elegancia y el refinamiento de los grandes vinos. De 56 candidatas, se nos ofrecieron 20 cuvées de una preselección inicial, divididas en tres categorías: «frescas y amables», «gourmet y seductoras», «potentes y sorprendentes».

Estas tres clasificaciones pretendían mostrarnos la diversidad de los terroirs de Castillon (meseta caliza –la mayor de la margen derecha–, laderas arcillosas, llanuras con suelo arenoso-gravoso). Pero también los variados deseos de los viticultores, ya que la denominación declara «tantos estilos como personalidades» y «gamas viticultoras que se salen de los caminos trillados». De hecho, es posible ya que Castillon cuenta ahora con 210 viticultores o viticultores, todos divididos en estructuras familiares (sin comercio ni cooperativas) con pequeñas fincas de 10 hectáreas en promedio; El 30% de ellos trabajaban en agricultura orgánica, un récord en la región.

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