abril 25, 2024

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido: La agonía de la rana pirenaica | Clima y medio ambiente

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido: La agonía de la rana pirenaica |  Clima y medio ambiente
Ejemplar de rana pirenaicaJaime Bosch (CSIC)

Malos tiempos para la rana pirenaica (Rana pirenaica), un pequeño anfibio pardo emblemático del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, donde fue descubierto en 1990. Su estado es crítico, atrapado entre un ranavirus, que se multiplica con el aumento de temperatura debido al cambio climático, y un hongo que además se debilita. La mortalidad es masiva y en el parque se han encontrado numerosos ejemplares muertos, especialmente larvas, pero también adultos, jóvenes y recientemente metamorfoseados. Las pruebas de PCR realizadas han señalado al culpable: el ranavirus, una enfermedad muy cruel que provoca necrosis tisular, caída de partes del cuerpo y rotura de órganos internos, describe el científico del CSIC Jaime Bosch. El 90% de la población de ranas pirenaicas, endémica de los Pirineos y clasificada como amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), vive en el Alto Aragón, en altitudes comprendidas entre los 1.000 y los 1.700 metros. El resto se distribuye en un pequeño núcleo en Navarra y Francia.

“Es un problema de cambio climático, porque hemos secuenciado los virus y son autóctonos, por lo que la especie podría luchar habiendo vivido siempre con ellos, pero a medida que suben las temperaturas, el ranovirus vuela”, explica Bosch. El Observatorio del Cambio Climático de los Pirineos (OPCC) indica que los Pirineos se han enfrentado a un aumento de temperatura de 1,2 grados centígrados desde 1950, un 30% superior a la media mundial, que es de 0,85 grados.

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Bosch se topó con los primeros ranavirus en 1994, cuando estaba estudiando una gran mortalidad del sapo común de la partera (Obstetras de Alytes) en el lago Piedrafita, cerca de Sallent de Gállego (Huesca). «No sabíamos qué era, lo llamábamos síndrome de las piernas rojas porque tenían sangrado en esa parte del cuerpo», recuerda. Luego se enteraron de que se trataba de un ranavirus y que el sangrado era provocado por bacterias oportunistas que aprovechaban la debilidad de los ejemplares enfermos.

Desde entonces, el ranavirus ha progresado sin cesar y no se ha encontrado ningún tratamiento que funcione. “Ni siquiera podemos curarlos en el laboratorio, lo que logramos con el hongo que causa la quitidiomicosis [otra de las enfermedades emergentes que está acabando con los anfibios] aplicando fungicidas ”, comenta. «¿Cómo se detiene el cambio climático?» Se pregunta este investigador, que cree que la única solución que se puede adoptar con la rana de Ordesa es encontrar lugares donde pueda vivir con una temperatura más fresca, y crear poblaciones allí.

Francisco Villaespesa, responsable de conservación del parque nacional, explica que están tratando de gestionar las variables que están a su alcance, porque poco pueden hacer ante el imparable aumento de temperatura. El declive de la especie es tal que pondrán en marcha un programa de conservación ex situ «con la recogida de los huevos en el campo para obtener los subadultos en cautividad e introducirlos en el medio ambiente». Además, los individuos reproductores se mantendrán en cautiverio para liberar a sus crías. La Asociación Española de Herpetología desarrollará este plan que ya cuenta con un presupuesto aprobado. En el parque nacional también se han recuperado estanques y se han retirado las truchas introducidas en las cabeceras del río Arazas para evitar que los peces se coman las larvas de las pocas ranas.

Bosch está preocupado por el resto de ciudades aragonesas, que no están tan vigiladas como las del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. «No sabemos cómo les va», subraya. Existen cinco variantes de ranavirus en el mundo y en España se ha identificado una rama autóctona y se han introducido otras, «que han llegado a los anfibios a través de los peces con los que se han repoblado los ríos para la pesca durante décadas». «Dado que los peces son asintomáticos, no se sabe que sean portadores y propagadores del virus», añade el científico del CSIC. Los reptiles también son contagiosos y «hemos observado la mortalidad de serpientes y tortugas de agua».

En Navarra, la otra comunidad española con población de ranas pirenaicas, la situación es mejor y hasta el momento no se ha detectado ninguna mortalidad masiva, apunta Alberto Gosa del departamento de herpetología de la Sociedad Científica de Aranzadi. En los censos de anfibios realizados desde 2011, especialmente en el bosque de Irati, encontraron virus y hongos emergentes «porque están por todas partes». «Pero se necesitan datos durante un período de tiempo más largo para saber si las poblaciones están disminuyendo o no, porque los anfibios fluctúan de manera muy natural», advierte. En el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se ha recogido información desde hace más de 20 años, lo que nos permite obtener una visión más completa del problema.

Los anfibios parten de una situación muy delicada, son los vertebrados más amenazados del mundo con un 40% de sus especies clasificadas en diferentes grados de peligro por la UICN. Las enfermedades emergentes se han sumado a la destrucción de su hábitat, que se ha convertido en la amenaza más preocupante que causa el declive y la extinción de poblaciones y especies en todo el mundo, dice Bosch. La globalización está acelerando su dispersión, y el comercio internacional y la introducción de especies exóticas son las vías de transmisión actuales, especifica el sitio web SOSanfibios.org, que tiene como objetivo dar a conocer los problemas de estos vertebrados. “Los ciudadanos necesitan conocer la existencia de enfermedades y prevenir su propagación liberando mascotas como anfibios y reptiles que se compran en las tiendas y pueden infectarse en el medio ambiente”.

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