Pippa, la «influencer» | Madrid

Pippa, la «influencer» |  Madrid

Hace tanto calor como en los pueblos después de comer. En el madrileño barrio de Aravaca, las hileras de chalés cambian de arquitecto a cada cuadra, al igual que los ladridos de cada perro que se esconde detrás de rejas perfectamente pintadas.

María Reyna abre la puerta de su casa bifamiliar y entre sus piernas aparece un animalito de no más de 30 centímetros de largo, al que ella llama «ratón». Pippa, el chihuahua es un perro aunque pudiera ser así: un ratón, una gallina, una bolsa de arroz. Gruñe y ladra desde lo alto de los escalones, «estos suben y bajan, los del resto de la casa, imposible».

Pippa es hombre de influencia, Su cuenta de Instagram tiene más de 62.000 seguidores y en su foto de perfil aparece con un sombrero dorado de cumpleaños, ojos grandes, orejas alerta y boca de piñón. Las redes lo amplían y es que en persona es mucho más pequeño que en la foto. Lleva un collar de perlas rosadas y blancas y la actitud de Norma Desmond. “A la gente le gusta… pero no mucho. Ni siquiera perros y niños ”, dice María, advirtiendo de su temperamento.

Chihuahua Pippa juega con un peluche en el salón de su casa en Aravaca (Madrid).
Chihuahua Pippa juega con un peluche en el salón de su casa en Aravaca (Madrid).EXPOSITO DAVID / EL PAÍS

En la casa conviven Pippa y Huga, un perro salchicha que salta, lame, mueve la cola y sonríe con todo su cuerpo canino. Pippa no se toma bien las muestras de simpatía de su hermanita y se retira indignada en una de sus camas, concretamente la que hace juego con los sillones del salón, «es muy independiente, se pasa el día tramando». María es diseñadora de interiores y se dedica al tema de las redes sociales, empezó a subir fotos de perros en su cuenta de Instagram y vio como la gusta y los seguidores, aunque las fotos más exitosas son las del perro con Alberto, su marido, «es un entrenador personal, es fuerte, la audiencia de Pippa es 85% femenina y obviamente se nota».

Para muchas mascotas son un negocio, el cachorro Jiffpom acumula 10,2 millones de seguidores, casi ocho millones más que Dulceida, nuestra celebridad más exitoso en redes. María reconoce que para ella es un pasatiempo y no una profesión, con Pippa pueden ganar «de 400 a 1.600 euros al mes». Aunque la familia de Pippa no vive con ella, el chihuahua no necesita comprar ningún accesorio. Dando un «paseo por el armario», vemos en el cajón superior, camisetas y jerséis ordenados por temporada y gama de colores. En la siguiente, sombreros, pamelas, disfraces de animales, capas y hasta un sombrero peruano hecho a mano adornado con abalorios. En el tercer cajón, una de las tres cajas que guardan sus prendas fetichistas: la colección de collares y correas. Desde estampados de sandía, piel sintética, perlas y diamantes hasta cadenas y colecciones para eventos especiales que son difíciles de ver, los collares con joyas pueden romper el cuello de una mujer. instagramer.

Antes de la carrera, Pippa desata la adrenalina sobre la montura de Pita, «su novio», un chihuahua del tamaño de su dueño que no tiene más remedio que resignarse a los deseos de la influencer. En la calle, el perro evita cualquier comportamiento relacionado con el de su raza: no huele plantas ni asnos, no se acerca a los niños para abrazarlo, no se cubre con hierba fresca. Y es que el Chihuahua solo se conecta con su naturaleza de perro en dos épocas específicas del año: cuando hace calor. Ahí es cuando Pippa anda, coquetea con otros perros y juega con los humanos «es divertido e hilarante, es otra perra».

De camino a casa, algunos le preguntan a Mary sobre su edad y tamaño. “Me escriben para saber dónde lo compré, cuánto cuesta, cuánto mide de piso a piso. La gente me hace preguntas ridículas … «¡Es un perro!» Pippa camina de forma independiente, firme y decidida cuando se detiene a orinar, su cabeza le hace perder el equilibrio y se balancea hacia adelante, dejando sus patas traseras en el aire en posición erguida. De repente, ya no parece una perra influencer, sino una bailarina de break dance.

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Por: Agustín Oquendo

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