
Estoy en una relación. Para ser un verdadero futbolista hay que saber, hay que sentir, hay que ser responsable, hay que destacar, hay que mojar de sudor el terreno de juego … es decir, hay que ser como Modric. Saber es tener criterio para estar siempre donde debes estar, casi siempre haciendo lo adecuado y en ocasiones lo inesperado. Sentir es amar lo que haces. Ser responsable significa comprender que cuando usas una camisa, estás representando algo que le importa a la gente. Y lo que le importa a la gente no es cualquier cosa. Destacar en el fútbol es tener, por ejemplo, un gesto técnico diferenciador, como pasar el balón con la parte exterior del pie con la naturalidad de un andador. Para mojar el campo de sudor hay que participar en el juego, con la camiseta, con vergüenza. Ahora tengo un lío. Quiero que gane España, pero no quiero que Modric pierda.
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Última tendencia, primer problema. El Campeonato de Europa sigue su curso y nos muestra las tendencias. Uno, muy particular: la concepción colectiva del juego expresada en un nuevo virtuosismo, el de controlar y pasar. El criterio con el que se hace es otra canción. Los entrenamientos omnipresentes de un toque y dos toques están aumentando la precisión de la velocidad. Pero creo que ha llegado el momento de preguntarnos qué nos quita. Escucho de los entrenadores que los jugadores son cada vez menos atrevidos. Eso sí, porque se refugian en lo que repiten una y otra vez en los entrenamientos. Si no hacemos nada más que gritarles «más rápido», no pretenderán tomar el tan necesario descanso en el juego. Si les ordenamos «tocar, tocar y tocar», no fingirán que en el juego se atreven a regatear. ¡Incluso el jugador que está solo está buscando un compañero libre, cuando él es el jugador libre! Es el problema de enseñar fútbol de memoria.
Solo sabe jugar bien. Aquellos que no demuestran practicidad tienen pocas posibilidades de éxito. Antes, la belleza era una gran cazatalentos. Ahora ese lugar lo ocupan las estadísticas. Echemos un vistazo a Jack Grealish, por ejemplo. Audaz, inteligente, improvisado, con un juego exquisito, relajado incluso rodeado de rivales, hábil en el regate, claro en el filtrado de pases, atractivo por el propio look. Sin duda, el mejor jugador inglés si hablamos de puro talento. Pero a los 25 años sigue en el Aston Villa y solo apareció como titular en el tercer partido con la selección nacional. Los rivales necesitan saber que existe porque es el jugador con más faltas en la historia de la Premier League. Este es un clásico: no lo quiero en mi equipo, pero si juega en el de mi rival le anoto con tres para que no se mueva. Y aun así …
¡Goooooooooool! Exactamente a las 16:09 del 22 de junio de 2021, se produjo un milagro sociológico: millones de argentinos gritaron un gol hace 35 años. Lo que se celebró con tanta puntualidad fue el virtuoso gol que marcó Maradona contra los ingleses en 1986. Hay muchas cosas implícitas en ese grito: el amor por el fútbol, el homenaje póstumo a Diego, pero también el recuerdo que, en ese lejano día, todos nos sentimos unidos por el poder de la belleza, la emoción, la conquista y hasta la venganza. El gol de Diego fue, y es, exactamente lo contrario del crack. Ese día Argentina se sintió unida con orgullo gracias al genio que nos representó a través de un juego que es parte fundamental de la cultura popular. Qué fuerza del fútbol para unir a un pueblo. Qué fuerza de Diego para seguir estando sin estar.
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