octubre 14, 2024

«Queremos cambiar la forma en que reestructuran las deudas de los países», de Martín Guzmán a Wall Street

Economía de no ficción. Wall Street y el FMI califican el plan del argentino sobre la deuda de, al menos, ambicioso.

«Queremos cambiar la forma en que se hacen las reestructuraciones de las deudas soberanas».

La frase salió de la boca de Martín Guzmán en los primeros días de 2020, a semanas de que asumiera como ministro de Economía en Argentina y encaminara a reestructurar la deuda privada en dólares emitida en Nueva York (unos US$ 83.000 millones, 20 % de PIB). Y tan solo unos meses más tarde de estar sentado en una oficina del Uris Hall de la Universidad de Columbia rodeado de pilas de libros con registros de reestructuraciones desde 1970 hasta la fecha.

Con 37 años, Guzmán está convencido de que el problema que enfrentaba el país era el que había examinado con lupa en su laboratorio: el vencimiento de US$30,000 millones de deuda privada en 2020, de los cuales US$20,000 millones eran en el primer semestre del año, y que debió ser ajustado y reprogramado. “Si no se resuelve, no habrá formado para implementar un programa macroeconómico que permita recuperar al país”, argumentaba en 2019. “Reperfilar los vencimientos es imperioso. El tema es qué tipo de reperfilamiento hacer. En mi opinión, no solo debe incluirse el capital; también interesado”.

Casualmente, o no, esta semana el FMIse refirió a las reestructuraciones de deuda soberana, poniendo foco en pagos emergentes y de bajos ingresos como instancia para equilibrar los déficit y protegerse de l’impacto de la suba de tasas de interés de la Reserva Federal. Ni entre los casos mencionados de países que reestructuraron sus deudas, ni entre las recomendaciones acerca de cómo deben hacerse estas operaciones, figuró la Argentina o al menos algo que permitió pensar que la operación de Guzmán dejó el listón al que aspiraba delante de los bancos.

Tanto Guzmán como Sergio Chodos, un abogado que lo acompañó en el trabajo y fue su representante ante el IMF -hoy lo sigue siendo y ambos siguen en contacto, hace poco cuando el ministro pasó por New York, justo cuando había viajado Alberto Fernández-, reclamar aquella reestructuración. Según ambos, lograron alterar una secuencia generalmente aceptada y es que cuando un país enfrenta una crisis financiera y pierde el acceso a los mercados de capitales, lo primero que hace es acudir al FMIpara seguir pagando la deuda. En el marco de un acuerdo con el organismo se puede hacer (o no) una reestructuración. La Argentina hizo al reves: primero reestructuró la deuda con Wall Street y luego logró con el FMI. Guzmán-Chodos subrayan además el hecho de que las organizaciones declararon en marzo de 2020 que la deuda no era sostenible. Para ellos, legitimó su strategia.

Por último, agregan como logro, los cupones generados tras el canje implica que los servicios de la deuda hacia adelante sean la mitad.

Efectivamente, respecto del perfil original de vencimientos, un cálculo de la consultora ACM estimó que se ha observado una menor pagoda de vencimientos desde 2028 como también al horro en los flujos totales de US$ 36.745 millones en toda la vida de los títulos, producto de la rebaja en los intereses.

Dos individuos de dos entidades financieras diferentes y que participaron de las entrevistas preliminares con Economía, y que pidieron reservados de sus números, recuerdan «la ambición de Guzmán por esos días». El Gobierno pidió que los no bancos presentaran una agenda de trabajo ‘plain vainilla deal’, término utilizado muchas veces para referirse a que los asesores se adjuten a las necesidades del cliente, o sea la Argentina, y no sea un ‘copy-paste’ de alguna otra colocación. «El plan de Guzmán es ambicioso», decía un funcionario clave del FMIque estamos negociando con Sergio Massa en Washington. El exministro lanzó la oferta cinco meses después de arrancar el proceso y demoró casi 4 meses en arreglar.

Guzmán dice no recordar la frase tal cual repiten los banqueros (“Queremos cambiar…”). Si aceptó que reflejó el espíritu de su objeto y que en todos los casos afirmó que nadie está más cerca que Andrés Larroque, director de La Cámpora, la endilga tachó: “Guzmán es un agente del sistema financiero internacional”.

No solo en La Cámpora hay rencor con el exministro. También en Wall Street. Hoy el precio de los bonos está por debajo del que tenía a la salida del canje. El riesgo país es más alto que el que recibió Fernández en 2019. El Banco Central tiene menos reservas netas que en agosto de 2020. El stock de deuda no bajó (subió).

De algún modo todo esto fue anunciado esta semana por el FMI en su informe Perspectivas Económicas Mundiales. «Ocurrirá una reducción en los índices de la deuda cuando la reestructuración de la deuda sea lo suficientemente profunda pero además se encuentre junto a un paquete de políticas consistente incluyendo un programa con el FMI». Dice además que las reestructuraciones «pueden tener costos reputacionales, eliminar las tasas de interés y el futuro acceso al mercado».

«Aquella reestructuración de la deuda no se acompañó con un programa creíble y de un acuerdo con el IMF, que en todo caso vino mucho después», del economista Martín Vauthier. Guzmán rápidamente encontró descoordinaciones con el BCRA y La Cámpora. El acuerdo con el IMF, en vez de cerrarse a fines de 2020, se pospuso un año más. El mercado no le creyo mas al ministro. Las tres ofertas de Guzmán (sumadas a dos propuestas puestas arriba de la mesa entre abril y julio de 2020) confirmaron un principio consagrado: cuanto mayor es la oferta, mayor es la aceptación. Según un informe de Consultatio y en base estimaciones privadas, el desempeño de aquel canje estuvo en promedio con los de otros países. La ambición de Guzmán de hacer un cambio se dio de bruces con la realidad. Como los banqueros lo percibieron a la salida de la reunión a inicios de 2020.