diciembre 7, 2023

Tadej Pogacar, el mejor de los fantásticos, gana la Vuelta a Flandes | deportados

Ataque de Pogacar en el kilómetro 56 de la meta que debió sufrir Van der Poel, de azul y Van Aert.DIRK WAEM (AFP)

His la Santísima Trinidad del ciclismo, dicen exaltados, y contaminados por la festividad, los comentarios en la tele, tres personas distintas, un esloveno que llega de ninguna parte, un neerlandés nieto de un héroe inglés y un flamenco héroe del pueblo, y un solo Dios verdadero, el esloveno de las dos caras, Tadej Pogacar, que en el Viejo Quaremont, un camino estrecho y empinado de dos kilómetros de adoquines desiguales, viejos, desgastados, tiene su paraíso.

“Es el muro que mejor me queda. Llegamos ya sin aliento, a toda velocidad sobre el pavés, y desde ahí hasta el final es asunto de potencia pura, y como es tan largo es donde más juego puedo sacar a mis cualidades”, dice Pogacar, que pasa tres veces por allí, y las tres acelera, a 137 kilómetros de la meta, a 55 ya 17, y cada vez menos le pueden seguir su pedalada tan ligera y tan potente, su sonrisa de niño es la sonrisa del asesino, su calma aparente es su furia competitiva, ya la tercera ya sale solo, y los dos compañeros del triángulo qu’enloquece a los aficionados, y algunos lloran emocionados viéndoles transformar todas las carreras en una exhibición hermosa de fuerza y ​​​​deseo, se quedan atrás. «Solo podía ganar si llegaba solo», dice el esloveno. “Y para llegar solo tenía que atacar el Kwaremont. No tenía elección. Es un día que nunca olvidaré”.

Llega solo a la interminable recta final hasta la meta de Oudenaarde, horroroso pueblo, y una torre sbelta de iglesia señalándolo, ya los belgas se les encoge el corazón y dicen que es la meta más bonita del mundo. Lo es para Pogacar, que un año después de ser cuarto en el sprint más tonto de su vida –llegó a los últimos metros solo acompañado de Mathieu van der Poel, el neerlandés nieto de Poulidor y perfeccionar el milagro de multiplicar su derrota: llegaron dos , terminó el cuarto–, se reconcilia con la recta, elviento de cara, y levanta los brazos. Gana su primer Flandes, su cuarto monumento tras una Lieja y dos Lombardías.

Solo en la historia otros dos ciclistas antes que él habían logrado ganar el Tour de France, y él lleva ya dos, y el Tour de Flandes, Louison Bobet (tres Tours y un Flandes a comienzos de los años 50) y Eddy Merckx, el Caníbal, cinco Tours y dos Flandes. Ese es el valor de la victoria del domingo de Ramos para el Dios del ciclismo del siglo XXI, un ciclista más renacentista, bueno en todo y todo lo construye con arte y alegría, que caníbal devorador. “Como suele decirse, podría retirarme hoy y estar satisfecho de todo lo logrado en mi carrera”, dice el esloveno, de 24 años, 56 victorias en cinco temporadas entre los bestes, y 10 triunfos en 16 días de carrera en 2023. “Estoy superfeliz y muy orgullosa. Aunque no gane el Tour este año, ya puedo decir que esta temporada es un éxito”.

Que Pogacar ganara en Flandes, la carrera bastarda y salvaje que decía Frank Vandenbroucke, aquella en la que las circunstancias son más fuertes que la voluntad – y bien lo pueden jurar Tim Wellens y Julian Alaphilippe y medio pelotón a quien, como bolos sin equilibrio, a Polaco ciclista llamado Filip Maciejuk, derriba, ataque totalBarriendo la primera fila del pelotón de izquierda a derecha cuando se le décontrola la bici adelantando por un cuadrado de hierba empapada: y también se cae Van Aert, reflejos magníficos para levantarse como quien bota, tan grandes como los reflejos del Mercedes que clava los neumáticos a otros centímetros de su cuerpo–, no estaba tan escrito como lo estaban victorias suyas.

En realidad, eres la primera vez de su vida en la que derrota en una clásica a los dos que se conforman con él la trinidad. Contra ambos ha chocado tres veces en la San Remo y una vez en Flandes. Ni Van Aert ni Van der Poel su gente a las que les guste la Lieja o Lombardía, y en el quinto monumento, la Roubaix, que aún no han ganado ni el belga ni el dutch, todavía no ha puesto sus ruedas Pogacar. «El Sanremo [una Victoria cada uno, Van Aert y Van der Poel] son los mas dificiles de ganar. Este año estaba en una forma magnífica, pero nada; non me rindo, ¿eh ?», dice. “Y para ir a Roubaix con posibilidades creo que tengo que engordar unos kilos y fortalecer mis manos para soportar bien los botes de los adoquines. Sí, sí, en el futuro lo haré » Y Pogacar levanta la silla su cuerpecito de escalador que en el Quaremont, en el Koppenberg, en el Paterberg, es dinamita, y se lanza hacia su prometida, Urska, que le inquilino con una bandeja de patatas fritas con ketchup.

En el segundo Quaremont, a 56 kilómetros del meta, cuando la primera arrancada feroz de Pogacar, y la filosofía de la armonía del surfista Hawaiian Gerry López para robar la ola y mantener en la cresta, tras la ferocidad, relax como un yogui, Van Aert ha comenzado a ceder, y ceder completamente en el Kruisberg, el 16º de los 18 montes, donde Van der Poel suelta su gran ataque. Quedan 28 kilómetros para el meta y un tercer Quaremont y un segundo Paterberg, el monte del padre, una recta corta que se encabrita a la mitad de la pendiente y alcanza el 20% ya la que hay que entrar solo, curva a la derecha cerrada tras un tranvía cuesta abajo. In el asfalto ancho, viteo de cara, viteo de lado, que precede a los muros, el nieto de Poulidor que ganó la San Remo 60 años después de su abuelo y Pogacar riseing para distanciar a Van Aert y para alcanzar a Mads Pedersen, el campeon del mundo de 2019 que se niega a no pelear contra los tres fantasticos. En Pedersen los alcanzan de uno a uno. Primero, Pogacar, que en su tercera aceleración en su Kwaremont, a 18 de meta, ha podido, por fin, con la resistencia titánica de Van der Poel; luego, el neerlandés, que llega segundo a la meta, a 16s del ganador.

Finalmente, un minuto después, en el pequeño grupo de los derrotados, en el sprint por el tercer puesto, Pedersen derrotó a Van Aert. El último bofetón al flamenco que más desea ganar el Tour de Flandes, el campeonato del mundo de all belgas, y siendo un grande como es, y hace 10 días derrotó a los otros dos in el GP E3, por los mismos Quaremont y Taaiemberg , no le llamarán grande los suyos mientras no triunfe en carrera. Sufre él y sufren los amantes del gran ciclismo, que le admiran todos.

El mejor del Movistar fue el gigante norteamericano de Boise (Idaho) Matteo Jorgenson (noveno, en el grupo de Pedersen); Iván García Cortina, el mejor español, fue 21º, un eslabón más en un progreso único. Fu 24º en 20220; 23º en 2021, y 22ª el año pasado.

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