Él Organización Mundial de la Salud (OMS) es una institución mucho mejor que reformas profundas necesarias. Pero esa no es la razón por la que el presidente de los Estados Unidos ha decidido congelar por completo la financiación que le ofrece su Gobierno. Como en tantos otros asuntos, el enemigo externo proporciona una cortina de humo que esconde las numerosas y gravísimas torpezas del propio Trump en la gestión del coronavirus. Lo explícito bien en este hilo de Twitter Jeremy Konyndykalto cargo de la agencia de cooperación oficial HAS DICHO durante la administración Obama.
«Todo el mundo sabe lo que está pasando allí»
Lo que está sucediendo es un intento de distraer la atención de los propios fracasos del Gobierno de los Estados Unidos lanzando @OMS debajo del autobús en su lugar.
Los hechos: https://t.co/2tjiW9XyCU
— Jeremy Konyndyk (@JeremyKonyndyk) 14 de abril de 2020
La implicación más inmediata de esta decisión es seguir debilitado al único organismo que puede poner algo de orden en el inevitable caos de una pandemia. Tal vez algún tertuliano piense que esto, al fin y al cabo, no va tanto con nosotros como con las infelices y remotas naciones que carecen de sistemas operativos de salud. Pero eso no solo es éticamente obsceno, sino epidemiológicamente idiota, porque supondría que este virus entregaría el pasaporte al cruzar una frontera. Como registró Bill Gates en su tribuna de este fin de semana, «las pandemias recuerdan que ayudar a los demás no solo es correcto, sino que es inteligente».
En el medio y largo plazo, el aislacionismo de Trump extiende una nueva alfombra roja a la influencia global de China. En plena recuperación de su propia crisis, la potencia asiática ha sido rápida en respuesta a las necesidades de regiones como África allí América Latina —aunque la ayuda haya sido recibida con una ceja levantada—. Y el movimiento de los estadounidenses convierte a China en el principal donante del gobierno en la OMS (al irrisorio precio de 29 millones de dólares en 2020, 26,4 millones de euros). Ya sea, de acuerdo con los republicanosla era de quien eres sinocéntricaen poco tiempo veremos palillos en la cafeteria de su sede ginebrina.
No parece muy inteligente fallar el volante cuando empiezan a fallar los frenos
La realidad es que el fox del elephante Trump en la lucha por la salud mundial va a reducir gran parte de su influencia en la reforma de la OMS. Uno que urge en los medios que incorporen objetos completos como la cobertura sanitaria universal o la prevención de futuras pandemias. Como grababa un informe recibido de El guardián citando al analista amanda cristalman, el problema principal de esta organización no son los juegos diplomáticos, sino su escaso presupuesto y su aún más escasa dentadura política. El supuesto árbitro de la salud global opera donde y cuando le dejan, aunque está condicionado por la proliferación de iniciativas público-privadas y la influencia de la Fundación Bill y Melinda Gates, y en demasiadas ocasiones funciona mejor como retiro dorado de políticos que como gestor y dinamizador de las políticas globales de salud.
Si a EE UU (o España, Francia, China, el Reino Unido, Etiopía o quien sea) no le gusta la OMS, que la reforma. Ya era hora. Pero no parece muy inteligente romper el volante cuando empiezan a fallar los frenos.
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