Como si las escenas se escaparan, como si trabajaran en sus orígenes y, emancipadas de este tiempo irrecuperable, ahora se presentan modificadas por un regalo que las obliga a encenderse en una nueva dinámica, surge un montaje que devuelve al totalidad de la obra de Federico León, pero en ese momento (por la combinación de recursos prevista) produce una estructura establecida.
El presente es la dimensión temporal que conforma la partida. Cada fragmento está imbuido de este momento de la escena. Aquí no hay recuerdos, ni los tendremos ni siquiera cuando veamos los videos desde 1500 metros sobre el nivel del jack y el niño eso es lo que Ignacio Rogers en ese momento, 1999 se convirtió en la edad adulta que es hoy. Esta imagen muestra la imposibilidad de reconstruir cualquier obra de teatro sin ceder al inminente efecto de la parodia misma.
Federico León propone mostrar la mecánica del teatro, protagonizar los procedimientos y hacer que los intérpretes interpreten una trama que culmina su arma en la suma de sus partes. Federico León transformó el escenario en un artefacto fordista donde cada pieza contiene su universo, su autonomía pero necesita ser creada para poder funcionar. Tu narrativa tiene un lugar en el absmo permanente, un teatro que se reflejará en cada acción y que podrás pensar en este milagro (que no refleja una distancia sino un modo indirecto de investigación) para contar el disfrute que provoca el tránsito. a través de este juego.
El autor es Federico León, este adulto que se infiltró entre los jóvenes en El adolescente (2003) o el personaje de El Campo en Cachetazo de campo (1997) que tuvo que vivir una vida sin convertirse en narrador. O tal vez el verdadero autor mer cada uno de sus personajes que, en Los tiempos, se suceden entre las formas de un escenario poblado de objetos delirantes, restos de Yo escribo, vos dibujas (2019), obra que desarrolla la noción de teatro. para Llevarla en este ámbito primario donde el teatro era una kermés, un espectáculo de variadas variedades, el artificio de un artista callejero que encantaba por un momento y se perdía en el cúmulo de detalles que podían hacer la magia.
En Federico León la categoría de desintegración va desde la situación dramática de sus primeras obras, pensamos en 1500 metros al nivel de Jack donde un baño inundado condensaba la melancolía y todo el deambular que puede ser el acero de los personajes listos en una bañera. o al leer las novelas de Dostoievski que en El adolescente (2003) surgen de la identificación de procedimientos que se traducen en una decantación clásica, hasta el punto de abandonar cualquier vestigio de anécdota y situarse en el proceso de trabajo como una instancia capaz de producir ficciones. fr. Las ideas (2015), Federico León Está en una escena con Julián Tello (aquí reemplazado por Gastón Frías) y lo que sucede no es distinto de ese lugar de Yo en el futuro donde los personajes serán observados incesantemente en escenas pasadas.
Si Federico León siempre ha creado un teatro de procedimientos (donde reside el sustento narrativo y poético de su dramaturgia) en Los momentos ofrecen este mecanismo como la oportunidad de abrir cada escena, cada responsabilidad de sus obras, cada reconstrucción dramática en un nuevo conjunto.
El surgimiento de esta unión, de este entrelazamiento, de esta asociación que se manifiesta como una variante de lo impredecible es un reflejo que se da desde la realidad de los cuerpos, pero también la formalización del teatro como proyecto permanente (una planta curtida). Macedonio como borgeano) donde la instrumentalización de la idea se convierte también para él en una obra de arte.
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