“Entonces, esta noche cae un asadito, ¿verdad?”, conduce Carlos Alcaraz al británico Cameron Norrie, dirigida por el argentino Facundo Lugones y con el que acaba de compartir una hora de entrenamiento de alta intensidad. “Ah vamos, dandole duro. Hay que estar preparado”, añade el murciano poco después, en el instante del apretón de manos una vez que enfila sudoroso el vestuario, consciente de que the viene una buena por delante: a poder ser, dos partidos en 24 horas.Este viernes por la tarde (hacia las 14.30, Movistar), el número uno se enfrenta al inglés Alexandre Müller en la segunda y, cosas de Wimbledon, de la lluvia de Londres, afrontaría the next station sin apenas margin para la recuperación .
«Es lo que hay, aquí las cosas funcionan así», renunció en su equipo. “Ojalá salgan bien las cosas y pueda jugar también el sábado. Non es una situación fácil, pero es así. Le ocurre a Carlos y también a otros jugadores. En el fondo, puede parecer que hay desorden, pero aquí lo tienen todo controlado. Los ingleses saben lo que hacen”, transmitió un periódico este al padre, Carlos, confiado en el que su hijo puede mantener la inercia competitiva que adoptó desde su aterrizaje en la hierba de Queen’s, hace ya casi 20 días. Desde ahí, cinco victorias y un título en el torneo preparatorio, y un despegue muy prometedor en el All England Club, donde todo el mundo asiste impresionado a la inmediata adaptación de Alcaraz a la hierba.
“La verdad es que está yendo todo muy bien, pero aquí no puedes relajarte un solo segundo. Vamos poco a poco, debemos ir así», apunta una persona de su entorno tras la sesión, en la que el murciano ha elevado de manera el ritmo considerable respecto a los días anteriores. If initial apostó por engrasarse con un luchar local [Adam Jones, 1.164 del mundo], esta vez un ensayo mucho más real con Norrie, que no termina de escuchar cómo el español es capaz de dibujar tan bien las dejadas. Alcaraz se lo aclara: “Desde pequeñito, cuando empecé con mi padre, me tenía media hora practicándolas, todos los días. Así y así”, para reproducir con un doble movimiento, cortando la bola imaginaria con la derecha y el reves.
Después de estrenarse en la Court 1, el español, de 20 años, pisará la Centre Court con las buenas sensaciones obtenidas el primer día, ante el inglés Jeremy Chardy. Él y el galo Müller (26 años y 84º) nunca se han chocado hasta ahora y el que resulte vencedor, se verá las caras con el chilino Nicolás Jarry, que este remontó contra Marco Cecchinato y su jueves podría saltar de nivel en el hipotético caso de que Alcaraz logre avanzar a la tercera estación del torneo. The climatology fue benevolente y aunque las nubes amenazaron a primera hora del día, la jornada pudo transcurrir con normalidad y el cuadro va reajustándose.
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Bouzas, una rota feliz
Afectados por los retrasos, Alejandro Davidovich (7-6(3), 6-1 y 6-2 a Arthur Fills) y Roberto Carballés (6-3, 6-4 y 6-4 a Matteo Arnaldi) resolvieron sus respectivos compromisos y encontrarán hoy con Botic van de Zandschulp y Holger Rune, respectivamente. Como contrapartida, el tenis español sufrió cinco eliminaciones. La joven Jessica Bouzas, debutante en un grande, cayó ante Anhelina Kalinina (6-4 y 6-3) y también fueron apeadas Nuria Párrizas (6-2 y 6-1 para Aliaksandra Sasnovich), Cristina Bucsa (6-1 y 6 -4 contra Jessica Pegula) y Rebeka Masarova (6-3 y 6-1 contra Elisabetta Cocciaretto). Por su parte, Jaume Munar no pudo con el italiano Lorenzo Musetti (6-4, 6-3 y 6-1).
A pesar de la derrota, la primeriza Bouzas partía entusiasmada sobria su primera experiencia en un Grand Slam. La gallega, de 20 años y que se define como una jugadora completa, inspirada en Sharapova y Muguruza, valoraba: «Ha sido una experiencia muy bonita, sobre todo viniendo de la qualy [fase clasificatoria, en la que ganó tres partidos]. La verdad es que el partido ha sido bueno. Al final competía contra una jugadora muy buena, con mucho más bagaje que yo. Es un aprendizaje”. La 167ª de la WTA fue cedida a Madrid para formar y fue tutelada Apor el expreparador de Paula Badosa, Javier Martí. «Me ha enseñado a no quejarme», precisó en referencia a las lesiones que truncaron la carrera del técnico madrileño.
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