abril 26, 2024

El buen final | Internacional

El buen final |  Internacional
Angela Merkel, a su llegada este domingo a la sede de la CDU en Berlín.INA FASSBENDER / AFP

Lo difícil es terminar bien. Es aún más difícil ceder el poder, especialmente cuando los términos del mandato no tienen límites. El riesgo de convertir la oficina del gobierno en una adicción que solo se puede arrastrar es alto y con graves consecuencias, como si se hubiera contraído una enfermedad incurable.

No fue así. A pesar de su largo mandato en la cancillería, 16 años, tantos como Kohl y más que Adenauer, Angela Merkel termina bien. Sin contratiempos ni contratiempos. Sin crisis de gobierno o coalición. Sin escándalo. Excepcional y admirable.

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Su juego no terminó tan bien, tuvo que cambiar de caballo a mitad de carrera, perdió ocho puntos y no terminó primero. Merkel deja un país en las condiciones adecuadas, incluida la vida política, al menos comparativamente, pero no ha podido evitar la fragmentación que obliga a una fórmula de coalición de tres fuerzas incierta y quizás inestable.

Sin embargo, es un cambio, aunque solo la coalición trabajadora que requerirán estos resultados cercanos nos diga en qué medida e incluso si irá acompañada de alternancia en la cancillería. El votante quería todo, cambio y continuidad, manteniendo la parte más apreciada del merkelismo.

Este es el mejor de Alemania. El poder una vez aterrador ahora proporciona seguridad, especialmente económica y también moral, cuestiones en las que la mano de Merkel fue decisiva. Siendo la mejor Alemania, será difícil que mejore, e incluso podría empeorar, sobre todo en el extranjero.

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Hay un asunto pendiente que Radoslav Sikorski planteó hace diez años cuando era ministro de Exteriores polaco y aseguró que más que la potencia alemana temía la inacción de Alemania. Una encuesta reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (Más allá del merkelismo: lo que los europeos esperan de la Alemania post-electoral, Septiembre de 2021), señala que los europeos confían en Alemania cuando se trata de defender sus intereses económicos, libertades y el Estado de derecho, pero son muy escépticos cuando se trata de su capacidad para liderar a Europa en sus tratos con las grandes potencias mundiales.

La ausencia de la política internacional desde la campaña electoral, en un momento tormentoso como el actual, en el que coinciden la retirada de Afganistán, la nueva alianza entre Estados Unidos, Australia y Reino Unido y una incipiente guerra fría, es la preocupante confirmación . de las razones de esta desconfianza europea. Las encuestas, en aras de la dulzura, indican que los alemanes empiezan a cansarse de una dirección europea que, propiamente hablando, siempre ha sido reticente y apenas existía en el frente exterior.

El alivio de Merkel no será una buena conclusión si sigue la inundación. Si su sucesor también se involucra en el merkelismo frente al mundo global y no resuelve el tema pendiente con la política exterior y de defensa europea, el peligro de que su legado se disuelva bajo la lluvia es considerable.

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