mayo 1, 2024

El tenso derribo de una presa en Teruel | Ecología | Clima y medio ambiente

El tenso derribo de una presa en Teruel |  Ecología |  Clima y medio ambiente

Cuando se anunció en 2017 que estaba a punto de caducar la concesión pública de la Presa de Los Toranes (sobre el río Mijares en Teruel) a Iberdrola para su uso hidroeléctrico, muchos de los vecinos no le dieron más importancia. La planta había estado allí toda su vida, desde 1943, y no creían que el resultado pudiera ser un derribo, dice José Martínez, alcalde socialista de Olba, uno de los municipios afectados, y partidario del mantenimiento de la presa. Pero así lo decidió el Ministerio de Transición Ecológica en noviembre del año pasado con informes sobre la mesa como el de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que sostiene que su mantenimiento es «contrario al interés público, ambiental e hidrológico del plan». «y su» dudosa «rentabilidad».

La intensa polémica que se ha desatado entre partidarios y detractores del derribo da una visión de los problemas que genera la eliminación de este tipo de infraestructuras, un paso considerado fundamental para recuperar el buen estado ecológico de los ríos tal y como señalan las directivas europeas. Incluso en regiones como esta, con poca población y sin grandes áreas de regadío, la oposición es feroz. La Asociación Ríos con Vida (AEMS) especifica que los arrecifes artificiales producen cambios fisicoquímicos y rompen el curso ecológico de los ríos, alterando los caudales naturales, los sedimentos y la biomasa formada por organismos acuáticos como los peces, especialmente en el actual escenario de cambio climático. «Esta presa ni siquiera tiene paso para peces», critica César Rodríguez, vicepresidente de la asociación.

De momento, el derribo está suspendido a la espera de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid resuelva el recurso de casación interpuesto por Iberdrola, que acepta la entrega de la presa porque la concesión ha caducado, pero niega que el derribo sea a su cargo.

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Creemos que es una estructura rentable y si se mira la situación global del medio, con el ecosistema que se ha ido creando a lo largo de los años, es más sostenible mantenerlo ”, dice el alcalde de Olba (226 habitantes). . La presa también es importante en caso de incendios, para riego y para turismo, agrega. Martínez acusa a los ambientalistas: «Yo lo disfruto, no ven el territorio como un todo, hay que pensar en la economía, en el mantenimiento de la población».

Olba es el municipio más afectado por la desaparición de las plantas debido a que algunos vecinos utilizan el caudal del canal de la central hidroeléctrica para regar varios huertos familiares, ya que en 1993 un colapso en el canal Diablo impidió que el agua se extrajera directamente de el río. Los municipios de Albentosa y San Agustín también se manifestaron en contra del derribo. Y el gobierno de Aragón intentó frenar el derribo iniciando un dossier en mayo de este año para declarar las estructuras de interés cultural. El intento fracasó porque los poderes del Estado fueron invadidos, como les recordó la CHJ.

Por otro lado, hay personas como David Hammerstein, miembro de la plataforma El Mijares no se touche de Ecologistas en Acción. Vive en el pueblo y cree que los problemas políticos han sido conflictivos y que este enfrentamiento no debería haber ocurrido. «Hay soluciones técnicas para seguir regando los huertos», asegura la preocupación de otros vecinos. “Lo importante es que si se derriba la presa se liberarán siete kilómetros río arriba, que se volverán a conectar y tendrán un efecto positivo en otros 30 kilómetros de afluentes importantes”, aclara. Hammerstein agrega que el área podría convertirse en una reserva natural fluvial muy atractiva para el turismo activo y natural que generaría empleo, en lugar de «estas plantas que no emplean a nadie en el medio ambiente». La zona en la que se ubica parte de las estructuras vegetales está clasificada como Lugar de Interés Comunitario (SIC) Estrecho del río Mijares y Red Natura 2000 (Red Ecológica Europea de Áreas de Conservación de la Biodiversidad).

Respecto al recurso interpuesto por Iberdrola, Hammerstein sostiene que lo que pide la empresa es no pagar el precio del derribo. Algo a lo que Iberdrola no puede oponerse, porque así se establece en la Ley del patrimonio de las administraciones públicas, observa Pedro Brufau, catedrático de derecho administrativo de la Universidad de Extremadura y experto en legislación de aguas.

«La decisión ha sido tomada»

Javier Marín, vicepresidente de la Asociación Mijares Vivo, que favorece el mantenimiento de la estructura, aclara que no se trata de «ecologistas versus no ecologistas, porque yo también soy ecologista». Marín cree que el río goza de buena salud y que la demolición tendrá un impacto ambiental muy significativo. Reprochó al gobierno central la forma en que se manejó el proceso, porque si bien conversaron con ellos y pudieron presentar una denuncia, «la decisión ya estaba tomada y nuestra posición no se tomó en consideración». Se tomó la determinación de tirar el dique “de cara a las políticas medioambientales de la Unión Europea. Debieron haber pensado: ‘Vamos a derribar esta instalación, cuatro de ellos protestarán’.

Marín cree que hubiera sido apropiado que el estado se hiciera cargo de la presa y que la planta siguiera operando. “Porque es rentable a pesar de lo que se diga y esos beneficios podrían tener un impacto en la mejora del canal”, dice. En cuanto a la escasez de peces, asegura que la caída se produjo entre 2009 y 2010, por lo que no se puede atribuir a la presa, que ya llevaba muchos años construida.

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