abril 26, 2024

Elecciones chilenas: Chile inicia un cambio de época con la elección de los redactores de una nueva Constitución | Internacional

Elecciones chilenas: Chile inicia un cambio de época con la elección de los redactores de una nueva Constitución |  Internacional
Los trabajadores electorales sostienen una urna con votos el 13 de marzo en Santiago de Chile.CLAUDIO REYES / AFP

Chile inicia un salto hacia un futuro completamente desconocido. La Asamblea que elijan los ciudadanos tendrá la misión de redactar una nueva Constitución sin condiciones previas (salvo el mantenimiento de la República) y para la que no existen disposiciones: el descrédito de los viejos partidos y la fragmentación política permiten cualquier resultado. La sociedad chilena se embarca en el gran cambio, todavía tensa por los fuertes disturbios de 2019 y fatigada después de más de un año de pandemia. Los mercados financieros, embelesados ​​durante décadas por el modelo ultraliberal heredado del pinochetismo, miran a Chile con miedo.

En noviembre de 2019, cuando las calles bullían de rabia y no había más que devastación urbana alrededor del Palacio de la Moneda, el presidente conservador Sebastián Piñera dijo a EL PAÍS que Chile estaba sufriendo «el malestar del éxito». Hasta cierto punto tenía razón. Pero el éxito macroeconómico (fuerte crecimiento, sólidas cuentas públicas y enormes exportaciones de energía) se había logrado bajo las condiciones ultraliberales impuestas por el dictador Augusto Pinochet. La repetida canción del «éxito chileno» terminó por agudizar la percepción de que las desigualdades eran excesivas y que la supuesta meritocracia no había alterado el dominio de una pequeña casta rica y poderosa.

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Esa epidemia ha llevado a esto, a la situación actual de «hoja en blanco». El encierro por la pandemia calmó la revuelta, que los impopulares Carabineros habían reprimido día tras día con extraordinaria violencia, pero el descontento se mantuvo. Y cuando Piñera, inicialmente opuesto a cambiar la Constitución, convocó a un plebiscito sobre el proceso constitucional, el 80% de los votantes dijo «sí». A pesar de la importancia de la convocatoria, solo la mitad del censo votó el 25 de octubre. El contexto de la pandemia no fue la causa de la abstención alta, similar o incluso menor que convocatorias anteriores. La causa fundamental de esta baja participación endémica es el descrédito de las instituciones, desde el Congreso hasta la presidencia, pasando por la Corte Suprema y la fuerza policial.

La primera gran incógnita en el proceso que se abre este fin de semana es la participación. Probablemente será bajo para apuestas tan altas. La votación también es compleja. Los aplazamientos por la pandemia se concentraron en esta doble jornada de votaciones, sábado y domingo, la elección de los 155 miembros de la Asamblea Constituyente, la de 345 alcaldes y 2.240 concejales y la de 16 gobernadores (hasta ahora designados por el poder central ).

La Asamblea Constituyente, en la que participarán 1.178 candidatos en listas de partido o como independientes, será casi igual por primera vez (ya que involucra a 155 miembros, hombres o mujeres tendrán una mayoría de uno) y, también por primera vez, Incluir formalmente una representación de pueblos indígenas, como mapuches o aymaras: habrá 17 miembros del Congreso.

La ausencia de condiciones previas (salvo el mantenimiento de la República, el cumplimiento de las decisiones judiciales y los tratados internacionales y la exigencia de que cada artículo constitucional sea aprobado por mayoría de dos tercios) abre un amplio abanico de posibilidades. Los pueblos originarios, por ejemplo, exigen que Chile sea definido como un estado multinacional. Sin embargo, lo que más preocupa a la oligarquía económica y a los mercados financieros, entusiasmados con el modelo ultraliberal sancionado por la constitución de Pinochet de 1990, es la probable desintegración de un modelo en el que se ha vendido casi todo, desde el sistema de pensiones hasta la salud o la educación. Empresa privada.

Presionado por el daño económico de la pandemia y por un Congreso en el que estaba en minoría, el presidente Sebastián Piñera tuvo que autorizar el retiro de dinero de los fondos de pensiones en tres ocasiones, muy a su pesar. Esto elevó la población, pero redujo sustancialmente el monto de las pensiones futuras. Se espera que el Estado recupere el deber de garantizar, con recursos públicos, los derechos a las pensiones, la salud y la educación desde el Frente Amplio (socialdemócrata) y otros sectores.

Aparte de la gran incógnita sobre qué tipo de Chile se establecerá en los próximos nueve meses (que puede extenderse a tres más si no se finaliza el texto), se abre la incógnita del exceso de expectativas. Una nueva Constitución, de cualquier tipo, no resolverá automáticamente los problemas de fondo de la sociedad: el descontento general reflejado en el levantamiento de 2019, la falta de integración de los pueblos originarios, la desconfianza en la policía o el enorme poder de las familias oligárquicas.

Chile está saliendo de la pandemia, el primer país latinoamericano en hacerlo. Más de la mitad de los ciudadanos han recibido la primera dosis de la vacuna y más de un tercio están completamente vacunados. No es posible saber si la redacción de la constitución se llevará a cabo en un ambiente más o menos tranquilo o si la voluntad de presionar a los votantes volverá a llenar la calle de protestas.

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