abril 27, 2024

Juan José Millás: semilla sólida | Opinión

Juan José Millás: semilla sólida |  Opinión
Varias personas en el andén de la estación de metro Sol de Madrid.Eduardo Parra (Europa Press)

Los vagones del metro están cargados de ángeles caídos, no caídos por su orgullo, sino porque fueron creados por un dios discapacitado. Yo soy uno de ellos, soy uno de esos ángeles discapacitados del capitalismo que viajan a las profundidades de los cimientos de los edificios más altos de la ciudad. Bajé tres tramos de escaleras mecánicas y dos más de escaleras fijas para llegar al nivel subterráneo de los grandes centros comerciales y seguí descendiendo hasta el de los estacionamientos de las gigantescas torres de oficinas y no había dejado de caer hacia él. red de túneles estrechos que se abren bajo la ciudad. Y allí, en el fondo, sentí todo el hormigón del mundo sobre mis hombros y los del resto de ángeles caídos por los que pasamos por los estrechos pasajes.

Creo que incluso los cementerios eran más altos que la plataforma en la que esperó disciplinariamente a que llegara el metro, observando con amor los rostros de los ángeles caídos en la plataforma de enfrente. De repente, el convoy se manifestó como un parásito saliendo de su agujero y las puertas se abrieron con el sonido de una llanta pinchada y entré a un carruaje donde otro ángel caído tocaba el violín para los ángeles caídos. Dudé si poner un euro o medio en su gorra, pero el cálculo me pareció mezquino y tiré el euro y medio para compensar.

No todos los ángeles caídos ayudaron al pobre violinista, ya que la mayoría de ellos estaban absortos en los teléfonos celulares, como esperando una llamada de allá arriba. Pero, ¿desde cuándo los de arriba llaman a los de abajo si no para limpiarse el culo o la escalera? Todos los ángeles caídos provienen de la misma materia líquida y ardiente, la semilla, que se solidifica al caer de los acantilados del huevo. Bajé en Gran Vía.

Inicia sesión para continuar leyendo

Solo tienes una cuenta, puedes leer este artículo, es gratis

Gracias por leer EL PAÍS