diciembre 13, 2024

Madrid es Madrid | Deportes

Madrid es Madrid |  Deportes

No hay equipo que niegue más el fútbol que el Madrid. Lo mismo no importa el desarrollo de tal o cual partido. Puede rematarlo 14 veces seguidas en Milán o ser subyugado en Mestalla durante más de una hora por un Valencia tan resucitado como efervescente. Eso no importa. Cuando el guión considera al Real perdido, el Real también gana. Un par de minutos en el crepúsculo del partido le permitieron salir de Mestalla con un pecho. El renacido Valencia de Bordalás estaba agotado justo cuando Vinicius y Benzema pedían el paseo y ya habían aparecido en el banquillo Modric y Casemiro. Es Madrid. Este y muchos otros.

Después de la pandemia, afortunadamente el fútbol también pudo enmendarse. Los equipos ya no son once soledades. Los protocolos ya contemplan al público, un fin paulatino al síndrome del nido vacío. Ejemplo: Mestalla, siempre con tonelaje, sobre todo cuando el cartel tiene luces de neón. Los del Madrid, por ejemplo, obligados por el emergente Valencia a un duelo minado. Guerrilla contra la guerra de guerrillas. Dáselo para ganar una pulgada de hierba, todo bajo arresto. Sin pasos subordinados. A toda velocidad desde la salida, insuperable para Carlos Soler, que se estrelló en el primer cuarto de hora. Tanto tonelaje para el latigazo que traen los jugadores. Soler lo pagó, como en horas anteriores Gayà, los valencianistas más vocacionales. Menos alma para los de Bordalás, que agitan con ellos para que la convulsa Valencia de los últimos tiempos deje de abdicar.

Con Bordalás las partes están socavadas, machista. Sin gaitas ni coartadas a costa de la dirección en disputa. Protestas futbolísticas a la vista. Pronto se advirtió en el Madrid, que Ancelotti volvió a vestirse con Hazard, al mismo tiempo que insistía con Alaba como central y Nacho como lateral izquierdo.

La caída no permitió pasos de Benzema, Hazard, Vinicius o Guedes. Dos equipos con una sierra insuperable. Se acerca el tratamiento de choque, se acerca el tratamiento de choque. Tanto colmillo también mató a Correia y Carvajal, también de luto antes de la media hora. Gire para Lato y Lucas, como antes para el cadete Musah para el cada vez más coagulado Soler. Solo Modric y Hugo Guillamón -un descubrimiento de Bordalás como eje- encontraron un respiro. Insuficiente para la presencia de letreros en las áreas. La excelencia de Modric ante la confianza en sí mismo de Guillamón, un defensa central desplazado al centro que se despliega con una sobriedad impactante y cal en las venas.

Ante la fuerza del Valencia al que aspira Bordalás, el Real Madrid pidió remangarse. No había otro lugar para él, la punta desactivada hasta el último descorche. Aguantó el lío lo mejor que pudo, incluido Courtois, siempre en el centro de atención, esta vez antes de un cabezazo de Paulista cuando cayó el telón en el primer acto. Más alarmas ha tenido el gol belga en la segunda parte, con un Valencia en otra marcha, incluso. Guedes tuvo el gol, al igual que Hugo Duro, pero respondieron en vano ante Courtois.

El cuadro de Ancelotti no despega, consumido por la presión agotadora del conjunto local. Como en muchas ocasiones, el Real Madrid tuvo que jugar muchos partidos en uno. Normalmente lo hace. No es fácil de superar, ni siquiera de la manera difícil. A Mestalla no tuvo un gobierno determinado hasta que llegó el momento, cuando los valencianos ya sudaban como aguaceros. Fútbol al contrario. Justo cuando merecía la mención el irónico portero Mamardashvili -otra explosión inesperada en Valencia- llegó el gol de Hugo Duro. Lucas no pudo despejar, la pelota rebotó en su espalda y golpeó a Hugo Duro. El ex del Getafe ha metido un látigo tan preciso que incluso supera al insuperable Courtois.

Ancelotti intervino con éxito en desventaja, retiró a dos cancilleres como Modric y Casemiro en favor de dos palancas para el futuro inmediato: Camavinga y Rodrygo. El Valencia ya no dio tiros, con el depósito con telarañas. Eso es lo que tiene el requerimiento de capital de Bordalás. Esto es lo que la dirección debe vislumbrar después de cinco días para un club momificado por tantas turbulencias sociodeportivas en cursos anteriores. En la Real todo destapado, ya sin Valverde y Hazard. Bugle llama al rancho de Mamardashvili con el mediocampo como parada. Y la solución llegó a través de Vinicius. Rodrygo marca, Benzema mejora el juego y Vinicius, tocado por los dioses, huecos tras un rebote ante Foulquier. No hay tiempo para otra cosa … Benzema irrumpe, con un gran golpe asistido por Vinicius. Ambos ya son una empresa de facto. Esto es Madrid.

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