Compite por nada. Pero el alma de Valentino Rossi no duele porque la llenó de buenos recuerdos. Muchos de ellos lo llevan a este circuito de Misano donde corrió por primera vez en una bicicleta de carreras, donde ganó, perdió y muchas veces saludó la marea amarilla desde el podio. Circuito donde acabó 17º este domingo, ni un punto más que su tambaleante palco 2021. Pero la grada le esperaba y el ídolo local se bajó de la moto tras cruzar la meta, de pie a los pies de la tribuna que ocupaba su club de fans y saludó a los 10,000 fanáticos que lo vitorearon. Rossi, con su casco rosa, el que nos recuerda que el hombre tiene una vida más allá del carácter, que será padre y que su día ya no serán solo carreras, saludó con ambas manos. La cuenta atrás ha comenzado. Este fue su penúltimo baile con Yamaha en Misano.
A la leyenda aún le quedan cuatro carreras en MotoGP, pero la salud de la cantera italiana es espléndida. Y eso es en parte culpable. Tendremos que seguir aplaudiéndolo durante muchos años más, aunque los rivales ya no lo esperen en la parrilla de salida. Su legado será perpetuado por los chicos de la VR46 Riders Academy con los que se ha entrenado en los últimos años, a los que ha enseñado a ganar carreras y títulos. Los acogió en su ciudad, Tavullia, a pocos kilómetros de aquí, y en su Rancho, esa pista de tierra donde se fabrican los campeones.
Chicos como Pecco Bagnaia, la dulzura en el manillar, su delicioso fluir entre las curvas enlazadas de Misano conduciendo una Ducati, es imposible entender su ritmo salvaje y constante, incluso en las etapas finales de una carrera que terminó en persecución, cuando Lo apretó con la tenacidad de Fabio Quartararo, a pesar de que el neumático blando en la zaga del italiano ya estaba en el último. Su juego de lápiz y su fantástico ejercicio de supervivencia le dieron el triunfo. Para el jugador de Turín es la segunda victoria de este año, la segunda consecutiva. El que da vida a un campeonato que el líder francés siempre pareció tener bajo control.
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Sin embargo, su ventaja en la cima de la clasificación (48 puntos sobre Bagnaia) está empezando a reducirse justo cuando se acercan las carreras finales. Yamaha ha temido recientemente a Ducati, probablemente la moto más completa de la parrilla. Siempre poderoso. Alcanzable al acelerar al salir de las curvas. Ahora da miedo incluso al frenar, en la entrada de las curvas. Y en la piel de tipos como Pecco también aprendió a rayar las décimas del reloj a toda velocidad. La combinación de velocidad y movimiento acostado, lo que se denomina curva, ya no es propiedad exclusiva de los pilotos de Yamaha. También lo hace la Desmosedici. Y nadie mejor que Bagnaia para demostrarlo. Como hizo en Aragón. Y lo volvió a hacer en Misano.
Su liderazgo en esta segunda parte de la temporada fue particularmente explosivo, Pecco partió desde polo. Todavía. Como en Alcañiz. Y nadie pudo seguirlo. Salió mejor que nadie. Aprovechó ese neumático blando que se adhiere tan bien al asfalto en las primeras curvas. Y bordaba la primera ronda para obtener una segunda en una visa y sin que lo viera su compañero de equipo, Jack Miller. El australiano intentó seguirlo pero no pudo acercarse en ningún momento. Quartararo atacó la segunda posición en medio de una larga carrera, 27 vueltas, y se colocó a 2,7 segundos de su rival. Faltaban 12 vueltas. Y los franceses insistieron en perseguir al primero. Casi lo consiguió. Pero lo poco -se acercó al medio segundo a falta de tres vueltas para el final, se quedó pegado a la zaga de la Ducati en la última vuelta- es lo que lo define como el líder del Mundial que es hoy. Racional. Adelantar al límite en la última vuelta no puede costar una caída, piensa Fabio. Y no jugó. “Llegar a Pecco fue una cosa; superarlo, otro. No era posible «, dijo. Está orgulloso. No era su día. Era el día de Pecco.
Y la de actores secundarios como Enea Bastianini, de Rimini, a tiro de piedra del circuito de Misano, a orillas del mar Adriático. Otra Ducati del equipo privado Avintia lo llevó al podio después de una brillante remontada. Audaz en los adelantamientos, con un ritmo escandaloso, el Beast -como se le conoce en los circuitos- pasó de la 12ª posición de la parrilla a la tercera de la carrera. En el camino pasó a Pol Espargaró, Alex Rins (antes de caer también en plena remontada), Aleix Espargaró, Marc Márquez y Jack Miller. Y levantó de los asientos a los 25.000 espectadores presentes en el circuito.
La irreverencia de Bastianini fue lo que alejó del podio a Marc Márquez, que sigue corriendo con dolor, que lleva su Honda con movimientos algo ortopédicos, su cuerpo limitado por la inflamación y las molestias tras tres operaciones de húmero y una recuperación más lenta de lo esperado. A pesar de todo, el español rodó a un ritmo magnífico y superó a Miller y Joan Mir con una magnífica maniobra en la última vuelta.
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