Un ballet de sedanes negros deposita a hombres de traje y mujeres con tacones frente al patio principal del Hôtel national des Invalides, en París. Este martes 21 de marzo, la cúpula dorada donde descansa Napoleón Bonaparte brilla al caer la tarde. A la multitud que se agolpa en el susurro de las sedas le cuesta disimular su asombro. Sobre los adoquines se levanta un cine con 700 butacas, filas de cómodos sillones rojos instalados bajo una marquesina climatizada preparada para la ocasión. Hay estrellas para marearte, actrices Sophie Marceau o Eye Haïdara, directores Claude Lelouch, Jean-Jacques Annaud o Cédric Jimenez, ex futbolista Lilian Thuram, rapero Abd al Malik, hombres de los medios Philippe Labro y Michel Denisot, Charlotte Casiraghi, hija de la princesa Carolina de Mónaco, algunos altos oficiales, ex ministros e incluso Thomas Pesquet que, de vuelta en la Tierra, parecen seguir queriendo estar cerca de las estrellas.
“Todo lo que Dimitri se resume en esta velada, ¡lo ve en grande! »lance, con admiración, uno de sus amigos. «Dmitri»fue el productor Dimitri Rassam, de 41 años, quien tuvo el descaro de lanzar en medio de la pandemia del Covid-19, con el apoyo de Pathé, este loco proyecto: una versión de Tres mosqueteros en dos partes, por un presupuesto de 72 millones de euros. Una superproducción de Pathé, con François Civil en el papel de Artagnan, Vincent Cassel, Pio Marmaï y Romain Duris en los de Athos, Portos y Aramis, y Eva Green en la venenosa Milady, que ya ha definido a más de un millón de espectadores desde su estreno el 5 de abril
Los cuatro mosqueteros suben al escenario a caballo y los cascos golpean las piedras centenarias. Un espectáculo digno de la época dorada de Hollywood, que los invitados recordarán durante mucho tiempo, obligados además a volver a meter sus móviles en bolsas herméticamente cerradas. Sin prensa ni grandes discursos antes de la proyección: en estos tiempos de cólera social, los organizadores han creído conveniente no añadir demasiado. El día anterior, la Place Vauban, ubicada a pocos metros, se asfixiaba bajo los gases lacrimógenos y resonaba con los enfrentamientos con la policía.
Después de descubrir la primera parte, D’Artagnan, los invitados se reúnen alrededor de cubos de champán y mini croque-monsieur en Castel, un famoso local nocturno parisino. Dimitri Rassam va de uno a otro, sonriente y cortés. El tipo «Mr. Perfect» que debe fastidiar a más de uno: un pedigrí de primer nivel (es hijo de la actriz Carole Bouquet y del brillante y autodestructivo productor Jean-Pierre Rassam), un apuesto físico atlético , la hija de una princesa por esposa (la famosa Charlotte, mencionada anteriormente), una carrera llevada a toda velocidad.
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