IAmbos se llaman Soleiman Frangié, según una costumbre árabe que nombra a los nietos en eco de su abuelo, pero también como ilustración de un feudalismo implacable. Así nombró Bashar Al-Assad a su hijo mayor Hafez, en homenaje a Hafez Al-Assad, el fundador de esta dinastía dictatorial, dueño absoluto, desde 1970 hasta 2000, de una Siria que había «legado» a su hijo, quien está preparando un nuevo Hafez Al-Assad para su propia sucesión.
En el norte del Líbano, en la vecina Siria, Soleiman Frangié se hizo cargo del bastión familiar de Zghorta en 1960, por el que se convirtió en diputado, reelegido dos veces, antes de convertirse en presidente de la República en 1970. Fue en calidad de tal que, en 1976, llamó oficialmente a las tropas de Hafez Al-Assad a intervenir en el Líbano, para contrarrestar la ofensiva de la izquierda libanesa, aliada de los fedayines palestinos. Una vez eliminado este peligro, el ejército sirio asume ocupar buena parte del Líbano durante casi treinta años. Hoy, es un nuevo Soleiman Frangié, tan cercano a Bashar Al-Assad como lo fue su abuelo a Hafez, quien se presenta a la presidencia de la República, unas elecciones que marcarían el regreso del Líbano bajo la influencia de los Assad.
Samir Kassir, figura respetada de la prensa libanesa, conceptualizó en 2004 el vínculo, a su juicio indisoluble, entre la independencia del Líbano y la democracia en Siria. De hecho, le parecía inconcebible pretender garantizar la soberanía del país de los Cedros mientras un déspota planeaba Damasco con mano de hierro. Fue además para aplastar la alternativa progresista en el Líbano que, en 1976, el presidente Hafez Al-Assad intervino allí a petición del presidente Soleiman Frangié.
El mensaje de Samir Kassir
La ocupación siria estuvo acompañada del saqueo sistemático del Líbano, con el establecimiento de fuertes redes criminales transfronterizas, incluido el tráfico de drogas. Pero el déspota de Damasco había consolidado sobre todo una gestión confesional de la política libanesa, sofocando todos los intentos de emergencia de una auténtica ciudadanía. La milicia chií proiraní Hezbolá, fundada en 1982 con el beneplácito de Hafez Al-Assad, se había convertido en su principal instrumento de control del Líbano, en nombre de una comunidad de “resistencia” contra Israel.
Bashar Al-Assad, una vez instalado en el trono familiar en 2000, no modifica nada de esta dialéctica entre absolutismo sirio y sumisión libanesa. Incluso hizo asesinar a Rafic Hariri, el ex primer ministro libanés, en febrero de 2005, quien, después de años de autocomplacencia, finalmente decidió enfrentarse a Damasco. Soleiman Frangié, apodado «Slimy» para distinguirlo de su abuelo, era entonces Ministro del Interior. Aporta su prudencia cristiana a los relevos chiítas de Siria que son Hezbollah y Nabih Berri, presidente del Parlamento desde 1992.
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