abril 22, 2025

La delgada línea entre la ficción y la realidad en el crimen verdadero

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El género del crimen verdadero, conocido como ‘true crime’, ha alcanzado una fama notable en los últimos años. Este fenómeno se refleja en diversos formatos, tales como libros, películas, series y podcasts, que investigan casos reales de delitos y sus protagonistas. No obstante, esta popularidad ha generado debates éticos y morales acerca de cómo se representan a los criminales y las posibles repercusiones para las víctimas y sus familias.

Un caso reciente que ha intensificado estas discusiones es el libro «El odio» del autor Luisgé Martín. La obra se enfoca en el personaje de José Bretón, condenado por el homicidio de sus hijos en 2011, intentando explorar su perfil psicológico. Para ello, Martín llevó a cabo una serie de intercambios con Bretón, incluyendo cartas y visitas en la cárcel. La publicación de este libro ha provocado una fuerte reacción por parte de Ruth Ortiz, madre de las víctimas, quien ha manifestado su oposición a la obra. Ortiz sostiene que el libro revictimiza a sus hijos y afecta su derecho al honor y a la privacidad. Además, la Fiscalía de Menores ha solicitado la suspensión provisional de la publicación, subrayando la importancia de proteger los derechos de los menores afectados.

Un ejemplo reciente que ha avivado estas discusiones es el libro «El odio» del escritor Luisgé Martín. La obra se centra en la figura de José Bretón, condenado por el asesinato de sus hijos en 2011, y busca adentrarse en su perfil psicológico. Para ello, Martín mantuvo una serie de comunicaciones con Bretón, incluyendo cartas y visitas a prisión. La publicación de este libro ha generado una reacción contundente por parte de Ruth Ortiz, madre de las víctimas, quien ha expresado su oposición a la obra. Ortiz argumenta que la publicación del libro revictimiza a sus hijos y vulnera su derecho al honor y a la intimidad. La Fiscalía de Menores también ha solicitado la suspensión cautelar de la publicación, destacando la necesidad de proteger los derechos de los menores involucrados.​

La industria del ‘true crime’ ha mostrado un aumento significativo, con producciones que intentan descubrir la psicología de los delincuentes y los pormenores de los delitos. Series como «Making a Murderer» y «The Jinx» han atrapado el interés del público, presentando narrativas profundas que provocan reflexión. En España, documentales como «El caso Asunta» han originado debates sobre la ética en la representación de hechos reales y la responsabilidad de los creadores al tratar tragedias que todavía afectan a las familias implicadas.

La frontera entre el interés legítimo del público y el sensacionalismo es borrosa. Aunque algunos sostienen que las producciones de crimen verdadero proporcionan un valor educativo y social, otros advierten sobre el peligro de minimizar el sufrimiento de las víctimas y de dar visibilidad a los criminales que anhelan notoriedad. La humanización de los asesinos en estas historias puede interpretarse como una forma de empatía o, por el contrario, como una táctica para aumentar la audiencia y el beneficio comercial.

La línea entre el interés legítimo del público y el sensacionalismo es difusa. Mientras que algunos argumentan que las producciones de ‘true crime’ cumplen una función educativa y social, otros advierten sobre el riesgo de trivializar el sufrimiento de las víctimas y de otorgar una plataforma a los criminales que buscan notoriedad. La humanización de los asesinos en estas narrativas puede ser vista como una forma de empatía o, alternativamente, como una estrategia para aumentar la audiencia y el impacto comercial.​

La responsabilidad ética recae tanto en los creadores como en los consumidores. Los primeros deben considerar el impacto de su trabajo en las personas afectadas por los eventos que narran, buscando un equilibrio entre la libertad artística y el respeto por los derechos de las víctimas. Los segundos deben ser conscientes del contenido que consumen, reflexionando sobre las implicaciones de apoyar producciones que pueden perpetuar el sufrimiento de las personas involucradas.