abril 18, 2024

Colombia: reforma, desempleo y auge | Opinión

Colombia: reforma, desempleo y auge |  Opinión
Miembros de la industria del entretenimiento protestan en Medellín contra las medidas para prevenir el coronavirus.Luis Eduardo Noriega A. / EFE

En pocos días confluyeron en Colombia varios hechos que trastocaron el debate político nacional. Por un lado, una reforma tributaria presentada por el gobierno nacional y apoyada por la mayor parte de la coalición radical de derecha que gobierna Colombia, aunque no por todos los sectores. La puesta en escena de la propuesta de reforma fue una de las peores, ya que se fue filtrando gradualmente. Entonces, sin explicar muy bien, el gobierno utilizó una estrategia de chantaje, diciendo que si no se aprobaba, no habría dinero para programas sociales. Al final, la reforma siguió favoreciendo a los más ricos y la recaudación se hará fundamentalmente en el sector medio y salarial.

Lo segundo que sucedió es que Colombia entró en lo peor del tercer pico de la pandemia, quizás el más largo y mortífero. Durante varios días, los informes de muertes superaron los 420 registros diarios. Nuevamente hay cierres parciales, miedos e imágenes dolorosas sobre la saturación del sistema de salud. Esos eran los titulares.

En tercer lugar, han surgido dos encuestas en las que el equilibrio es simple: las fuerzas alternativas están aumentando mucho y la coalición de derecha parece tener muchos problemas. Obviamente, para algunos analistas esto provocará un impacto de pánico en los sectores ricos y la clase política tradicional ante la gran cantidad de candidatos izquierdistas Gustavo Petro. Lo que a su vez conduciría a una situación de gran coalición de todos contra Petro. Para otro sector de analistas, las encuestas muestran descontento con el gobierno de Duque y el propio Uribismo es el máximo responsable de la campaña de Petro.

El último hecho es que la coalición gobernante en el Congreso de la República, en virtud de la propuesta de reforma tributaria, se está quedando sin agua. Literalmente explotó. Todo ello en medio de las acusaciones de mecenazgo del Ejecutivo para conseguir el voto de algunos senadores y el cálculo de los directores de partido del costo electoral que debe aprobar esta reforma.

Con un gobierno con imagen en el suelo, un deterioro de su gobernabilidad y una coalición que se filtra, los sectores de la oposición han subido mucho la apuesta en el juego político: han convocado un paro nacional. Una gran movilización para, en teoría, mostrar fuerza en las calles y así terminar erosionando el apoyo al presidente Iván Duque. La convocatoria se realizó para este 28 de abril, misma semana en la que se estima que Bogotá alcanzará su mayor nivel de estrés en su sistema de salud.

El problema básico es que las manifestaciones serán, como se suele decir, una medida de fuerzas. Es decir, el gobierno nacional pretende establecer la fuerza de la convocatoria de los sectores de oposición, y también del descontento social. Por tanto, por miedo a la pandemia, el llamamiento podría ser un auténtico fracaso y, al final, acabaría dándole aire al Ejecutivo. En medio de esto, hay otras formas de protestar además de las marchas. Por ejemplo, las cazuelas se proponen como un mecanismo alternativo. Sin embargo, los sectores de la oposición no están de acuerdo en aceptar estas otras formas alternativas de protesta.

El gobierno, por su parte, está apostando por el fracaso de la protesta y por ello consigue algún apoyo dentro del Congreso con un cierto impulso burocrático, que popularmente se conoce como «jam». Evidentemente el gobierno no quiere ser derrotado por la reforma, ya se ha convertido en un punto de honor. Hará todo lo posible por aprobarlo, además, por las agencias calificadoras de riesgo. De ahí que también sea una apuesta arriesgada para el Ejecutivo aprobar una reforma de esta forma, ya que el impacto electoral en su partido y los congresistas que lo apoyan será devastador. Pero también es arriesgado por el tema de la protesta social, hay mucho descontento y luego del tercer pico, el camino podría ser el nuevo escenario democrático. Todos tienen mucho en juego.

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