abril 20, 2024

América Latina, contra viento y marea | Negocio

América Latina, contra viento y marea |  Negocio
Maravillas delgado

Todo ejercicio de esperanza empresarial en América Latina, la región del mundo más afectada por la pandemia, conduce a la contradicción de un pronóstico singular: el de la década perdida. Tras cinco años de crecimiento extremadamente bajo y ahora una profunda recesión de la que, según diversas estimaciones económicas, no habrá recuperación en términos per cápita hasta 2025, su posibilidad es más que una simple profecía. Y combatirlo, por tanto, es una tarea de primer orden.

Como parte de la Cumbre Iberoamericana, tuve la oportunidad de compartir con la comunidad empresarial de la región cuatro razones para pensar en una década diferente: salvados y redimidos. La primera es la lección sobre tecnologías digitales que todos hemos tenido (empresas, sociedad civil, universidades y gobiernos) gracias a la pandemia. De la telemedicina al teletrabajo, desde comercio electronico hacia e-aprendizaje, hemos visto años de progreso en solo unos meses y con ellos promesas de innovación, digitalización y productividad a nuestro alcance si podemos salvar las desigualdades y brechas de acceso imperantes.

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El segundo es lo que está sucediendo en términos de sostenibilidad. Esta recuperación será muy diferente a la anterior. El mundo tardará en ser austero e invertirá como nunca, internalizando también criterios sociales, ambientales y de gobernanza. Esto beneficiará el compromiso con una economía verde y sectores de infraestructura renovable y sostenible, donde América Latina tiene mucho que ganar. Contamos con empresas pioneras, una población preocupada por el cambio climático y las mayores reservas mundiales de agua y minerales esenciales (como el litio) necesarios para las nuevas cadenas de valor.

La tercera razón es China y Estados Unidos. Como resultado de esta pandemia, se estima que para 2028 China se convertirá en la economía más grande del mundo. Para hacer esto, su economía tendrá que duplicarse, agregando $ 15 billones al PIB mundial en solo ocho años, el mayor crecimiento bruto de la historia. Esto podría llevarnos a otro superciclo de materias primas, especialmente en beneficio de América del Sur. Al mismo tiempo, la región se beneficiará de la aceleración del crecimiento de América del Norte debido a los paquetes fiscales masivos de la administración Biden, así como al fenómeno de reubicación.

El último motivo de optimismo son nuestros jóvenes y nuestras mujeres. El «gran bono demográfico» de América Latina, la cohorte más grande y más educada que hemos tenido, es lo suficientemente grande como para votar en masa, transformar instituciones e incluso ser presidente (o mejor dicho, presidente). Los jóvenes exigen voz, equidad y liderazgo, así como mejores perspectivas laborales, más formación y menos carencias de habilidades en su entorno.

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Sin embargo, hay varios factores que pueden arruinar este panorama y que podríamos resumir en cuatro «carencias»: vacunas, financiación, diálogo social o liderazgo. Las vacunas son necesarias para iniciar abiertamente la recuperación y el financiamiento para que no falten los recursos para llevar a cabo las transformaciones e inversiones indispensables: estos dos «obstáculos» no dependen solo de nosotros, sino que también involucran directamente a las instituciones multilaterales, sin las cuales todo esfuerzo será insuficiente , como se subrayó en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

Pero los dos últimos obstáculos son puramente nuestros: el diálogo para regenerar la política, rehacer el pacto social y evitar que el nuevo ciclo electoral conduzca a un aumento de la polarización, la desconfianza o el populismo. Para ello necesitamos un liderazgo actualizado, no solo en el sistema político, sino también en el sector empresarial y en la sociedad civil.

Este complejo panorama explica las tres cosas que recientemente tuve la oportunidad de ver en la comunidad empresarial de la región. Primero, conciencia de los riesgos y oportunidades. En segundo lugar, la presencia: nadie quiere irse de Latinoamérica porque se están forjando nuevos horizontes en la región (Softbank, por ejemplo, nuestro mayor inversor en tecnología, acaba de anunciar que invertirá mil millones de dólares más este año). Y tercero, compromiso: el deseo de hacer las cosas de manera diferente, de ir más allá de las ganancias, de reconstruir las asociaciones público-privadas y de asumir la responsabilidad en la lucha contra la pobreza y el cambio climático. Conciencia, presencia y compromiso. En tiempos de incertidumbre, lo que importa no es si el presagio es bueno o malo. Lo que importa es con qué espíritu lo afrontamos. Porque la respuesta siempre estará en nuestras manos, la capacidad de evitar una nueva década perdida y de luchar contra viento y marea.

Rebecca Grynspan Ella es la Secretaria General Iberoamericana.