abril 16, 2024

Protestas en América Latina: el pulso en la calle (también) se calienta en Brasil | Internacional

Protestas en América Latina: el pulso en la calle (también) se calienta en Brasil |  Internacional
Un manifestante marcha con un cartel que dice «Fuera el genocidio de Bolsonaro» este sábado en la Avenida Paulista de Sao Paulo.AMANDA PEROBELLI / Reuters

Con otro presidente al mando de Brasil, muchos de los 460.000 que murieron a causa del covid ahora estarían vivos. Esta creencia es la principal razón por la que, convocadas por movimientos de izquierda, decenas de miles de personas salieron a las calles el sábado en medio de los gritos de la pandemia. «Fora Bolsonaro». La movilización es una novedad notable porque durante esta crisis de salud, que en Brasil no ha amainado, las calles han sido accidentadas, pero no con signos de creciente descontento hacia Bolsonaro, sino con actos periódicos de apoyo al presidente de extrema derecha. La izquierda brasileña marchó con la mirada puesta en las elecciones de 2022, pero como destacaron algunos proclamas, algunos no pierden de vista las poderosas manifestaciones de descontento popular en Colombia o Chile contra gobiernos de derecha.

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Desde que ganó las elecciones, Bolsonaro ha sido el rey indiscutible de la movilización popular. Incluso cuando Brasil fue el epicentro mundial de la epidemia, hubo manifestaciones de los fieles del presidente contra el encarcelamiento para evitar el contagio. Mientras tanto, la oposición se ha tenido que conformar con el eco de unas caceroladas. Todo, desde la máscara hasta la vacuna, se ha convertido en un arma política.

La primera demostración de fuerza izquierdista tuvo lugar en decenas de ciudades. Fue particularmente ajetreado en Sao Paulo. La Avenida Paulista, principal polideportivo del país y termómetro para medir el humor político, se llenó de manifestantes enmascarados, entre ellos el expresidente Lula da Silva, quien regresó al ring hace un par de meses.

La máscara FPP2 fue una de las reglas impuestas por los organizadores. El otro, mantener la distancia entre los asistentes para evitar la propagación del coronavirus, se mostró mucho más descontento con muchas de las protestas. Los hechos fueron pacíficos excepto en Recife, donde la policía acusó de violencia, reavivando el debate sobre la influencia del bolsonarismo en las fuerzas de seguridad.

El coronavirus todavía mata a unas 2.000 personas al día, ya que los expertos advierten sobre una tercera ola, la inflación se dispara y el desempleo va en aumento. Estos son los ingredientes de un cóctel que, según las encuestas, acelera el descontento con el presidente. Allí la izquierda vio una oportunidad propicia para acelerar la usura de Bolsonaro y empezar a calentar las calles. El presidente nunca ha tenido menos apoyo que ahora, cuando Lula realizó por primera vez algunas encuestas. La negativa de Bolsonaro alcanza el 54%; el de Lula 36%. Pero falta casi año y medio para las elecciones.

Uno de los principales impulsores de las marchas fue el activista Guilherme Boulos, a quien la resurrección política de Lula eclipsó como el líder emergente de la izquierda. «Nadie, por supuesto, quería estar en las calles en una pandemia, pero la gente vino por falta de una alternativa y porque luchar para acabar con el genocidio es también un servicio imprescindible», dijo a este diario tras el mitin en San Paolo, informa. Felipe Betim. Para él, la movilización fue un «éxito».

-PHOTODELDIA- AME1773.  SAO PAULO (BRASIL), 29/05/2021 - Ciudadanos se movilizan en una jornada de manifestaciones contra el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y en el rechazo a sus políticas para contener la pandemia del covid-19, hoy, en Sao Paulo (Brasil ).  EFE / Fernando Bizerra
-PHOTODELDIA- AME1773. SAO PAULO (BRASIL), 29/05/2021 – Ciudadanos se movilizan en una jornada de manifestaciones contra el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y en el rechazo a sus políticas para contener la pandemia del covid-19, hoy, en Sao Paulo (Brasil ). EFE / Fernando BizerraFernando Bizerra / EFE

El llamamiento provino de los movimientos sociales, aunque contaron con el apoyo del Partido de los Trabajadores (PT) y otras formaciones. Esas y esas 48 horas después de que las marchas de Lula continúen en silencio reflejan el dilema que enfrenta el líder de izquierda y el bloque que lidera.

El PT no olvida la destitución de Dilma Rousseff en 2016 en medio del clamor popular, que sigue considerándose un golpe de Estado orquestado por políticos con la complicidad de los grandes medios. El partido ha firmado algunas peticiones de acusación contra Bolsonaro, pero Lula se muestra reacio a iniciar un juicio de el proceso de destitución de victoria improbable; el líder del PT prefiere la estrategia de deserción hasta 2022 para luego obtener la victoria en las urnas. Y la idea de pedir a sus seguidores que salgan a protestar tras meses de criticar a Bolsonaro por generar multitudes y facilitar la propagación del coronavirus, tampoco emocionó a la formación.

Pero las revelaciones que a diario emanan de la comisión investigadora del Senado sobre el manejo de la pandemia y una lenta vacunación que aleja las perspectivas de recuperación económica han dado un impulso notable al rechazo de Bolsonaro.

Los manifestantes reavivaron los llamamientos para que Bolsonaro sea sometido a aa el proceso de destitución. No hay escasez de peticiones. El presidente de la Cámara de Diputados tiene decenas de ellos en su mesa, pero hasta ahora no ha probado ninguno porque el consenso entre los políticos es que sin clamor popular no hay proceso de juicio político. E incluso Bolsonaro pasó meses mimando a los partidos del Centrão (siempre dispuestos a intercambiar apoyo político por posiciones con presupuesto) para que no lo dejaran caer.

La mayoría de los manifestantes consultados en las marchas aseguraron tener dudas sobre la relevancia de participar en un acto de masas, pero llegaron a la conclusión de que la gravedad del momento lo justifica.

Las elecciones presidenciales de octubre de 2022 se perfilan cada vez más como un duelo entre el anti-petetismo, crucial en 2018, y el anticolonialismo en auge. A pesar de los deseos del poder económico y mediático, por ahora no se vislumbran señales de una tercera vía que genere suficiente entusiasmo como para cortar la brecha entre Bolsonaro y Lula.

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