marzo 28, 2024

Resultados electorales: preocupante recuento deja en el aire a la presidencia peruana | Internacional

Resultados electorales: preocupante recuento deja en el aire a la presidencia peruana |  Internacional
El candidato presidencial Pedro Castillo se dirige a sus seguidores en Lima este lunes.STRINGER / Reuters

El escrutinio de votos en Perú es este lunes angustioso. La diferencia entre los candidatos presidenciales del país era mínima, solo unos miles de votos los separaban. El izquierdo Pedro Castillo se adelantó en el tramo final del conteo oficial, mientras se registraban los cuadrados en el campo y la jungla. Sin embargo, la conservadora Keiko Fujimori logró revertir la situación gracias al voto de los ciudadanos residentes en el exterior, que en teoría la favorece.

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Con el 95,13% de los encuestados, Castillo obtuvo el 50,18% de los votos. Fujimori, 49,82%. Estaban separados por 60,900 pestañas. Una distancia muy pequeña. Esta tendencia podría revertirse sumando los votos de los peruanos en el exterior, cuyo censo asciende a 750.000 personas. En un margen tan estrecho, cada voto cuenta.

La noche de las elecciones del domingo fue agitada. La distancia entre los dos candidatos, populistas y vistos como peligros potenciales para la estabilidad democrática del país, fue tan pequeña como anticipaban las encuestas. En la última semana de la campaña, los encuestadores ya revelaron un enlace técnico. La primera encuesta rápida de Ipsos, basada en 30.000 entrevistas de salida, le dio a Fujimori una ligera ventaja de seis décimas. Que el margen de error fuera de tres puntos invitaba a la calma. La familia Fujimori, por su parte, lo celebró en Lima como un gran logro.

Eso cambió horas después. La encuesta rápida, que ya ha contado los votos reales en las encuestas, le dio a Castillo una victoria de cuatro décimas en la noche. El margen de error fue menor, un punto porcentual, pero nuevamente fue un empate. Seguidores de Perú Libre, el partido que invitó a Castillo como candidato, lo festejaron en Tacabamba, el pueblo serrano y rural de donde la maestra de la escuela siguió los resultados. La posición de los candidatos fue premonitoria.

Todo estaba en el aire. Ambos salieron a pedir calma y llamaron a respetar el resultado, sea el que sea. Con eufemismos dejaron escapar el mal humor, aunque nada grave. Sus seguidores se reunieron en una plaza de Lima y hubo algunos enfrentamientos menores. No se respetaron los pronósticos de violencia en caso de que el margen entre ellos fuera estrecho y uno de los dos no reconociera los resultados.

Hacia la medianoche, el comité electoral dio sus primeros datos. Con un 40% revisado, Fujimori lideró al maestro de escuela por cinco puntos, casi 600.000 grados. El presidente de esa organización advirtió que estos votos habían sido contados en Lima y ciudades cercanas. Es decir, fue un voto urbano, el más favorable a Fujimori. Faltaban las zonas más remotas del Perú.

El margen, a medida que el conteo se ensanchaba a esas zonas, se estrechaba, cada vez más, hasta que al mediodía del lunes, con un 94%, Castillo tomó la delantera. Se impuso en 17 de las 25 regiones del país. Su ventaja en la cuenta interna oficial fue imparable. A partir de ese momento, solo pasaron por los colegios electorales donde, sin duda, barrían los que también eran sindicalistas.

«Vengo de lo profundo del Perú», así inició sus mítines durante la campaña. El mensaje conecta con el mundo rural, la selva y, también, con los más pobres que viven en los cerros de las ciudades, cuyas raíces están ahí. Provinciales que llegaron a las ciudades en los años ochenta. Y puede ser que su triunfo se haya fraguado en esas montañas por el momento. Lima importa mucho, porque un tercio de la población vive en la capital, y aquí el campo del Castillo ha tenido poco brillo. Pero el maestro, adscrito a un partido marxista-leninista, aunque diga que no está del todo de acuerdo con estas ideas, logró equilibrar la balanza reuniendo una gran parte del voto periférico. «En la costa, en la montaña y en el mar, ganará Pedro», cantaron sus seguidores durante las manifestaciones. Castillo ha recuperado los discursos públicos en las plazas, ahora que priman las campañas virtuales.

Castillo y Fijumori serán dos presidentes poco probables. Cada uno por diferentes motivos. Hija del autócrata que gobernó Perú en la década de 1990 con mano de hierro y dejó un rastro de casos de corrupción, se presentó por tercera vez consecutiva a las elecciones presidenciales. En los dos últimos perdió en segunda ronda.

Se unió a 2021 después de desperdiciar su credibilidad política al obstruir el Congreso. Las encuestas le dieron pocas opciones para pasar a segunda vuelta. La justicia también lo persigue por lavado de activos y crimen organizado. Sin embargo, con sólo el 13% pasaron a la segunda vuelta, como si Fujimori se resistiera a morir.

Miembros de la prensa esperan afuera de una oficina del partido Keiko Fujimori en Lima, Perú.
Miembros de la prensa esperan afuera de una oficina del partido Keiko Fujimori en Lima, Perú. Tasa de Liz / Reuters

Luego conoció a otro candidato casi desconocido, Pedro Castillo, un hombre que venía de la montaña a caballo y agitaba un sombrero de palma.

Era el mejor de los oponentes que se podía encontrar por sus intereses. En 2016 se les vio con Pedro Pablo Kuczynski, un exministro de 70 años, otro conservador. Ahora tenía a alguien completamente diferente frente a él.

Fujimori comenzó a 20 puntos de distancia, pero con una campaña muy agresiva contra Castillo, que no sabía o no pudo contrarrestar, cortó toda esa ventaja, hasta llegar a este escenario de ataque al corazón. El establecimiento peruano ayudó. Las grandes ciudades estaban repletas de carteles que decían en todas las letras que la llegada de Castillo significaría el advenimiento del comunismo, y por tanto de un populismo autoritario al estilo de Cuba o Venezuela. Esto le ha valido el favor de sectores conservadores y más concentrados que ven a Fujimori como un mal menor.

Castillo intentó deshacerse de esa etiqueta. Él está de acuerdo con Fujimori en el conservadurismo social – anti-aborto o matrimonio homosexual – a pesar de que en última instancia ha aflojado esas posiciones en busca, también, del peruano más urbano y centrado.

Los dos candidatos están separados por un pulgar. Después de siete agotadoras semanas de campaña electoral, un tenso tumulto que ha dividido al Perú y se ha enfrentado a amigos y familiares, uno de los dos ganará por unos pocos miles de votos.

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