abril 27, 2024

Roser Bru, la adolescente de Winnipeg que pintó Chile | Cultura

Roser Bru, la adolescente de Winnipeg que pintó Chile |  Cultura

Murió en Chile a los 98 años la pintora Roser Bru, uno de los grandes símbolos del exilio español, quien llegó al puerto de Valparaíso con tan solo 16 años, a bordo del barco Winnipeg. Fue muy temprano el 3 de septiembre de 1939 cuando comenzaron a desembarcar del barco 2.200 exiliados españoles. Niños, mujeres, hombres y ancianos. Todas eran familias republicanas salvadas por el poeta comunista Pablo Neruda, nombrado cónsul especial para la inmigración española en Chile. Bru, nacida en Barcelona en 1923, hizo su vida en el país latinoamericano y se fusionó con su historia, cultura y gente. El autor de obras como Guerra Civil 1936 o Sandía remojada Recibió su cariño y reconocimiento de Chile: en 2015 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas, el máximo reconocimiento con el que se reconoce a un artista en Chile.

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Bru murió el miércoles en su casa de la capital chilena. A pesar de los problemas derivados de un derrame cerebral hace seis años y una lesión en la cadera, volvió a pintar. En 2019, cuando se conmemoró el 80 aniversario de la llegada de Winnipeg a Santiago, Bru no asistió a los actos de homenaje, sino que estuvo representada por sus dos hijas, Tessa y Agna. La entonces ministra de Justicia española, Dolores Delgado, otorgó a Bru la medalla de oro al mérito en Bellas Artes que otorga el estado español. «España tiene una deuda histórica con los luchadores por la democracia, por la libertad, que se han visto obligados a huir de España», dijo Delgado en su discurso.

Fue una artista ocupada en su tiempo y con un espíritu inquieto. Cuando llegó a Chile procedente de Francia, lo hizo con un libro de impresionismo bajo el brazo y un abrigo. Aunque no había terminado el bachillerato, pronto ingresó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Formó parte del Grupo de Estudiantes de Plástica (GEP) -que incluía otro exiliado catalán, el célebre pintor José Balmes-, que en La década de 1940 buscó revolucionar la educación artística en el país. Posteriormente estudió grabado en el Taller 99 de la mano de otro destacado artista, su amigo Nemesio Antúnez, y fue una de las fundadoras de la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile, donde impartió clases en la década de 1960. Durante la dictadura no se quedó callado y sus carteles contra el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) fueron símbolos de la rebelión de los artistas. En sus 80 años de carrera ha expuesto sus obras en los principales museos del mundo, que lo tienen en su colección permanente, como el MoMA o el Metropolitan de Nueva York.

Su obra de pintura, dibujo y grabado está marcada por su perspectiva de género y por la deslumbrante capacidad de encajar en un mundo que le interesaba, con sus blancos, negros y colores. Su obra muestra un gran poder expresivo, según los críticos, quienes enfatizan la variedad de temas y técnicas que el artista ha utilizado a lo largo de su vida. Con el objetivo de preservar y difundir su legado, en 2018 nació la Fundación Roser Bru, presidida por Inés Ortega-Márquez, presidenta de la Corporación de Españoles Progresistas de Chile. Hasta la fecha, están protegidas unas 1.500 obras y unos 3.000 documentos.

España siempre ha estado en su corazón y en su obra plástica, como ha demostrado en la serie Meninas, donde reelaboró ​​la obra de Velázquez. Mantuvieron una relación cercana y familiar con Neruda en Chile.La poeta visitaba con frecuencia la casa de Bru y su esposo, el catalán Cristián Aguadé, una pareja adorada por el autor. En 1965, ocho años antes de la muerte del escritor en 1973, escribió Diez odas por diez grabados de Roser Bru, un libro de pocas ediciones en el que han fusionado su trabajo y su amistad.

Hace dos años, cuando se conmemoró el 80 aniversario de Winnipeg, se recordó que era el mayor contingente de exiliados republicanos españoles que jamás abandonó España. Era la tarde del 2 de septiembre de 1930 cuando el barco atracó en esta ciudad. Los refugiados no durmieron esa noche. Con asombro contemplaron la expresión de solidaridad y alegría de los chilenos que los esperaban en el puerto.

En Valparaíso, la acogida fue extraordinaria, increíble. Una impresionante masa humana llenó los muelles, edificios, maquinaria. Las bandas de música tocaron canciones chilenas y españolas. Eran las nueve y diez de la mañana cuando se bajó el primer pasajero: Juan Márquez Gómez. Los españoles lanzaron un «Viva Chile» que fue cantado por los presentes. Roser Bru ha llegado a ese mar de gente, con su libro de arte y su chaqueta bajo el brazo. Ni entonces ni ahora le tenía miedo a la muerte. «Porque todo cambia y viene de la mente», explicó en una de sus últimas entrevistas.

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