«Aquí dalt, la tormenta puede tener una mica de por». Carme Serrallonga, 61, en F 45 que treballa Santuari del Far, bar, restaurante y posada, en el dalt de tot d’un cingle 1.123 metros de altura en Susqueda. Savia de la que estamos hablando. Una llampec destruirá el santuario en mitjans del segle passat y una descarga eléctrica obligará a tres años a traer el hospital y restaurarlo porque irá a incinerar la cocina. «La meva mare, que treballava qui, tendrá sentido que el establecimiento de feina quan quede inhabilitado para la primera llamada», explica, «y tendremos que tancar durante 15 días para hacer una cuina nova».
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