mayo 30, 2023

Colombia: los tiempos están cambiando | Opinión

Colombia: los tiempos están cambiando |  Opinión
Los manifestantes participan en una marcha contra el gobierno de Iván Duque en Cali el 19 de mayo.LUIS ROBAYO / AFP

Hace un mes se inició en Colombia una epidemia social de alta intensidad, dinámica y multiactor. El llamamiento de un comité compuesto fundamentalmente por sindicalistas para oponerse a una reforma tributaria ha provocado una gran movilización de jóvenes y organizaciones sociales afro e indígenas con reivindicaciones históricas autónomas. Para abordar el desacuerdo y evitar el caos funcional de las organizaciones criminales o intereses políticos dudosos que permean el orden público, es conveniente abordar al menos tres temas que permitan profundizar la democracia colombiana:

1. Reconocimiento de violaciones durante la protesta.

La desproporción y el abuso policial dieron como resultado graves violaciones de derechos humanos contra los manifestantes, que en ocasiones incluso cometieron delitos, así como bloqueos cuestionables. La crisis se materializa en decenas de muertes y actos de violencia sexual, más de mil heridos y cientos de denuncias de desapariciones de ciudadanos sobre las que no hay acuerdo entre el Estado y la sociedad. Ante la desconfianza y debilidad de los órganos de control, debemos insistir en la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, postergada por el Canciller u otras figuras de control confiables, para reducir la violencia con responsabilidad.

2. Atender los reclamos del comité de huelga a nivel nacional.

La comisión convoca marchas, basadas en demandas socioeconómicas estructurales con algunos puntos de negociación específicos como la renta básica y otros más genéricos, como la no discriminación por género. Si bien este comité es parte del malestar, el gobierno parece apostar por la usura, ya que negocia lentamente (están entrando en un preacuerdo confidencial) y con obstáculos. Es imperativo que este diálogo adopte la forma de acuerdos que se respeten.

3. Compensar el déficit de representación política local.

Aunque el gobierno insiste en culpar a la oposición por el estallido social, las poblaciones que lo lideran en las calles reflejan más bien un malestar general entrelazado con la violencia histórica. La amplia y heterogénea presencia de jóvenes desempleados, mujeres, indígenas y afroamericanos en miles de protestas no coincide con los mapas electorales, sino más bien con los mapas de pobreza, desempleo y desigualdad. Estos problemas estructurales se han visto agravados por la pandemia del covid-19 (42% de la población con hambre, 24% desempleo juvenil y 0.544 desigualdad por Gini) y con una difícil implementación de los acuerdos de paz, generando tensiones que continúan estallando y que requieren una acción inmediata y estructural.

Una posible salida es combinar la participación ciudadana abierta simultáneamente con un plan Marshall de rescate social con subvenciones públicas y privadas de Colombia que desarrolla programas, construye activos públicos y ofrece trabajo inmediato para satisfacer las necesidades locales. Los mecanismos participativos como los consejos abiertos, propuestos por la academia y los líderes, recogerían las no conformidades y producirían políticas públicas inclusivas, de acuerdo con las metodologías ya propuestas por las universidades. Pero, dado que los jóvenes de primera línea atrincherados en sus vecindarios no cederán únicamente con el diálogo, ya que hay más de 1200 acuerdos incumplidos en 30 años, se necesitan victorias anticipadas que ofrezcan empleo y oportunidades a los comerciantes, así como a los miembros del Congreso. y autoridades reguladoras., con responsabilidad personal por el cumplimiento.

Si hay grupos sin líderes aparentes en las calles, la democracia debe salir a las calles para buscarlos, darles representación y oportunidades. Abordar los desacuerdos es urgente y hacerlo con un diálogo eficaz y resultados inmediatos es fundamental. Llevar mano dura a las ciudades puede romper el frágil equilibrio de la paradójica democracia colombiana y llevar al reclutamiento de jóvenes por parte de delincuentes, cuando el descontento es lo que busca es una verdadera transformación social.

Vivian Newman es director del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, Dejusticia.

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